Testimonio

Y me llené del Espíritu Santo

comshalom

 

Soy Rodrigo, discípulo de primer año de la Comunidad de Alianza, casado con Angélica desde hace tres años y medio. Los dos somos padres de dos pequeños varones José David y Juan Pablo. Quisiera compartir el testimonio de lo que fue para mí el Retiro de Pentescostés organizado por nuestra comunidad.

Desde que conocí la comunidad y viví mi Seminario de Vida en el Espíritu Santo, he experimentado de la misericordia de Dios y desde entonces, comencé un proceso de autonocimiento.  Esto me ayuda a ver mi historia personal, las heridas que tengo, los pecados que cometí por mi falta de formación en afectividad, mis concupiscencias, mis debilidades y limitaciones. En cada oración de liberación, y efusión, sentía que Dios me perdonaba y me volvía a perdonar, pero era más la emoción de ese momento y no acogía verdaderamente esta gracia de liberación y de perdón de mis pecados que Dios me daba. Mi razón y mi falta de fe hacían que no creyera que la misericordia de Dios era más grande que todos mis pecados.  Es increíble experimentar cómo esta situación alcanza todas las áreas de mi vida y no permiten que sea un hombre libre para amar. Me topo con mis límites para amar por completo a Dios, a mi esposa y a mis hijos. Este tiempo de cuarentena también ha sido muy exigente emocionalmente.

Esta semana tuve mi formación personal y salí decidido a ser un nuevo hombre en Dios, decidido a acoger verdaderamente las gracias de Dios con fe y esperanza.  Me dispuse a vivir este retiro de Pentecostés con apertura de corazón. Cada prédica y oración iban preparándome para la efusión del domingo.

Preparé el altar de nuestra casa y junto con mi esposa oramos de pie delante del él.  Traía a mí las palabras de Moysés y clamé un nuevo Pentecostés en mi vida. Durante la efusión sentí la presencia del Espíritu Santo, lloré y experimenté su consuelo, me reveló la Verdad. Pedí por algo particular y me respondió a través de mi esposa quien me impuso las manos. ¡He sido liberado, creo y confío! Bendito y alabado sea el Señor.

Tengo fe y estoy decidido a vivir lo nuevo de Dios en mi vida.  Me siento como la Samaritana, amado por Dios a pesar de mi pasado. Sé que es al Espíritu Santo a quien debo clamar todos los días al despertar y que mi fidelidad a mi vida de oración renovará la gracia de Dios que necesito en cada día.  Y así con la gracia de Dios poder decir un día: “Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” para gloria de Dios.

Recen por mí. Dios los bendiga. ¡Shalom!

 

Rodrigo Bellido
Discípulo de la Comunidad Católica Shalom


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