¨Yo espero con toda el alma en el Señor, confío en su palabra, estoy pendiente de ella, porque en el Señor esta el amor y la liberación total.¨ Salmo 130, 5-7.
Lo primero que el maligno ataca es la fe, el sacarte la fe. A consecuencia de ello, la esperanza y por consecuencia tercera, el amor.
Profundicemos sobre esto, en especial sobre la esperanza.
¿Por qué es bueno esperar en Dios?
El motivo por el cual en Él es porque esperar ejercita la fe. Este acto es una prueba de confianza, y de amor hacia Dios. Dios nos enseña a esperar en Él alegres, con fe; no amargados ni desanimados. Dios nos enseña una espera activa, esa es la verdadera espera. El esperar viviendo el hoy, viviendo cada momento alegre, porque Dios está con nosotros. Vivir confiando en sus palabras y promesas. La esperanza no puede ser parcial, sino que debe ser total, ¡porque al ser parcial ya caemos en desesperanza! Esperar es confiar, y al confiar se fortalece la fe.
Yo espero porque puedo confiar en Dios, espero porque Dios es fiel, siempre fiel.
“Yo espero con toda el alma en el Señor, confío en su palabra, estoy pendiente de ella, porque en él Señor está el amor y la liberación total.” Salmo 130, 5-7.
Esperar es libertad, esperar es liberación, purificación. Esperar es amor y es al mismo tiempo amar. Esperar parte de la madurez en el amor. Esperanza que forma, edifica, poda y santifica. ¡Esperar es sabiduría! ¡Esperar es la dinámica de la salvación! Pero, no te descuides en la espera, no te pongas ansioso, no te pongas cómodo. Esperanza es la que me lleva a caminar sobre las aguas. ¡Esperanza es la que me lleva a caminar en fe!
“Todo el que confíe en él, no será jamás defraudado.” Romanos 10, 11.
Es tiempo de adornarnos con la alegría de que Dios es fiel. No esperamos en una cosa, no esperamos en cualquiera, sino que esperamos en Dios que hizo el cielo y la tierra, quien nos creó y conoce todas nuestras necesidades y no es indiferente a ellas.
“Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Filipenses 4, 19.
Esperar en Dios: esa es nuestra paz, esa es nuestra alegría. La esperanza nos la da Dios, por eso esperemos rezando y actuando, ¡esperemos amando! ¡Todo con amor, por amor y en el amor! ¡Dios nos dé la esperanza firme, alegre y contagiosa!
“Estén siempre alegres en el Señor. Se los repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo, limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso; en todos los valores morales que merecen alabanza. Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.” Filipenses 4, 4-9.
“Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes que yo soy el Señor tu Dios y estaré contigo por dondequiera que vayas.” Josué 1, 9.
“Espera al SEÑOR; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al SEÑOR.” Salmo 27, 14.
Tenemos la esperanza cierta en Jesús, nuestro amigo, maestro y esposo, porque cada cruz lleva a la resurrección, porque el amor tiene la última palabra, porque “todo obra para bien de los que aman a Dios.” Romanos 8, 28.
Nuestro Dios que es amor en hechos nos guarde en María, modelo de fe, esperanza y amor. María Reina de la Paz, ¡danos la Paz!
Leticia Prado, Discípula CAL –Misión Asunción Paraguay.