“En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.”
El amor no se puede definir, porque definir es limitar y el amor no tiene límites, el amor real y puro antes que todo pasa por obstáculos los cuales forjan a que ese amor crezca aún más. La perfección no existe, ni siquiera en el amor. Sin embargo, es importante aspirar a conseguir lo mejor, lo más satisfactorio y lo que nos haga sentir bien.
Digamos que en estas cuestiones no nos tenemos que conformar, sino que tenemos que trabajar por ser sinceros con nosotros mismos con la persona que amamos y con nuestros sentimiento, es aprender a amarse a sí mismo, a entender que tanto podemos dar por la otra persona, es aprender a realmente amar en el momento de tormenta en donde todo parece acabar, el perseverar porque como dice el hierro se forja en el fuego.
El amor también pasa por fuego para que al final entender que es para que sea real y para siempre, para poder entender que es el tiempo propicio y de verdad amar, sólo amar.
Amar en la tormenta porque el amor echa fuera todo temor, el amor es compasivo.
Es el amor que crece en Dios, el amor verdadero, el amor verdadero es el que se genera en el propio templo interior y se sostiene como un estado general hacia la vida, que es también un amor auténtico.
El crecimiento del amor auténtico, implica la acción de decidir “aprender a amar” y a la vez, reconocerse limitado para lograrlo con tan solo los recursos que se tienen como ser humano, y ahí verdaderamente persistir en primeramente el amor de Dios que no tiene límite y es él que nos puede de alguna manera dar para recibir.
El amor auténtico se renueva una y otra vez, no es transitorio, y todos necesitamos experimentar la confianza profunda que es resultado del amor auténtico, basado en la transparencia y en preocuparte por la persona que amas.
Que el amor espiritual se manifieste a través de nosotros en un modo más paciente, responsable, compasivo, bondadoso, generoso, dulce, fuerte, sereno, alegre, sincero y entregado. Pues para ser un canal de amor, debemos desarrollar serenidad, resistencia, flexibilidad, paciencia y sobretodo humildad. Y como contenedores del amor, debemos cuidar y alimentar el cuerpo, la mente, el corazón y nuestra alma de la oración.
Mila Aguilera
Obra Shalom Asunción