Una de las palabras más justas para definir el Campamento es “encuentro”. Los días del campamento están marcados por diversos encuentros: el que se produce entre los jóvenes, compartiendo diversos momentos juntos, y el encuentro con Dios a través de la oración, el compartir, la fraternidad y en la celebración de los sacramentos. La estructura está pensada para favorecer estos diferentes encuentros: los momentos de catequesis, la celebración de la Santa Misa, el compartir y el diálogo se alternan con momentos de diversión a través del deporte y las fiestas temáticas. A principios de este año, se celebraron decenas de campamentos en Brasil y en algunos países de América Latina.
Melissa Cáceres, de 22 años, dice que se animó a asistir al campamento después de que encontró el perfil del Proyecto Jóvenes para Jesús en Instagram y un folleto llamó su atención: “jóvenes, ¿quieren que Jesús cambie su vida?”. Recuerda la joven “en esos 4 días Jesús se manifestó con amor y misericordia, en cada predica sentí como si me hablara y me demostrara que realmente lo necesitaba. Definitivamente lo volví a encontrar, podía sentirlo en cada persona, en cada canción y oración. Este campamento fue un renacimiento para mí y estoy segura de que es el comienzo de un amor sin fin”.
Cecilia Varonilia, misionera de la Comunidad Shalom cuenta su experiencia de servir a los jóvenes “Me sentí muy privilegiada, de poder tocar a Dios actuando en todo, en medio del cansancio, de las noches sin dormir, de mucho trabajo, de muchos desafíos, pero verlos llegar, ver a cada uno de ellos ahí teniendo su experiencia con Dios.” La misionera concluyó: “¡Verlos al final de todo esto es extraordinario! Poder ver a un joven transformarse es maravilloso…. ¡Vale la pena vivirlo!”
Los campistas, como Melissa y Cecilia pudieron comprobar, que tuvieron una oportunidad preciosa, tanto para los jóvenes que experimentan el amor de Dios como para los misioneros que se renuevan en su ofrenda de vida.