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Música sacra a 50 años del Concilio

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El Vaticano envía una encuesta con recomendaciones sobre la música sacra

Con el título “Música sacra a 50 años del Concilio” indica los requisitos específicos de la música litúrgica. Y de la belleza como elemento no sólo decorativo sino también constitutivo

 

Ciudad del Vaticano, 30 de abril de 2014 

La Congregación para el Culto Divino y el Pontificio Consejo para la Cultura han enviado una encuesta a las conferencias episcopales, institutos religiosos mayores y facultades de teología para conocer con perspectiva pastoral el empleo de la música sacra

Con el título “La música sacra 50 años después del Concilio”, el amplio cuestionario interroga desde los entes encargados de la música sacra, hasta los instrumentos que se utilizan, pasando por los conocimientos que tienen los músicos sobre la liturgia. E incluso si se usa el gregoriano en la liturgia dominical o cuáles instrumentos se utilizan. Sobre la inculturación con la música local recuerda el equilibrio necesario y sobre todo indica la importancia de la sacralidad y la correspondencia con el rito que se celebra. Critica las músicas ambientales tipo ‘new age’ que crean estados artificiosos y subraya que la música litúrgica debe “predisponer el alma a la acogida del silencio sacro”, porque la música sacra “guía al individuo y a la entera comunidad a la plena intimidad con Cristo, donde la oración se hace adoración y canto de alabanza”.

“El objetivo primario -indica a su inicio el documento- de todo camino serio de formación deberá ser el de mostrar a los colaboradores de la Iglesia la misión universal a la cual está consagrada” para así anunciar a Cristo “a través de la humilde ofrenda del propio talento”. Y recuerda también que “el patrimonio universal de la música sacra custodia, para el bien de toda la Iglesia, una riquísima herencia teológica, litúrgica y pastoral”.

Añade que “el espíritu de fidelidad, que conoce también la sana audacia, deberá ofrecer a la Iglesia contemporánea un repertorio musical vivo y actual, que muestre los múltiples recorridos de arte cristiano emprendidos a lo largo de dos milenios, y que al mismo tiempo se muestre capaz de una auténtica renovación”.

Interroga entretanto sobre cómo se vive el encuentro con una tradición musical proveniente de otras culturas, en el tiempo de la globalización y de los nuevos movimientos eclesiales y si se consigue mantener un equilibrio sano entre inculturación, acogida y maduración de la propia identidad cultural.

Recuerda entretanto que “a la par que cualquier otra iniciativa cultural, eventuales conciertos deberán respetar las claras indicaciones dadas por el magisterio” así como “manifestar una impronta espiritual que lo reoriente inequívocamente al contexto sacro”.

El documento reconoce que “la evolución de los lenguajes musicales ha impuesto a la sensibilidad de las nuevas generaciones, particularmente bajo los impulsos de la globalización, nuevos criterios en la escucha, participación e interpretación”, aunque dichos lenguajes tienen como indicado por Benedicto XVI, “la finalidad de transmitir el Mensaje de la Salvación en los lugares y en los modos concordes al nuevo areópago cultural”.

Invita por lo tanto a “un redescubrimiento global del sentido de la música, y profundizar el valor de la música sacra en el contexto de la liturgia”. Y recuerda que “la participación plena de la asamblea litúrgica requiere de los animadores de toda la asamblea para que se pueda llegar a la más alta expresión de solemnidad”.

“El canto y la música -prosigue el documento- adquieren, en el contexto ritual, un valor sacramental, ya que ambos ofrecen una válida contribución en la comunicación de aquella realidad divina cuya presencia se realiza por la acción litúrgica”. Por ello “la música litúrgica debe responder a sus requisitos específicos: la plena adhesión a los textos que presenta, la consonancia con el tiempo y el momento litúrgico al que está destinada, y la adecuada correspondencia a los gestos que el rito propone”.

Destaca también que el “criterio de la ‘novedad en la fidelidad’ orienta todo proceso de inculturación, a fin de que la música sacra, proponiendo “un canto nuevo”, se convierta en vehículo de una tradición viva y creativa”. Si bien advierte de la necesidad que los expertos tengan la debida competencia para “la adaptación de la música sacra en las regiones que posean una tradición musical propia, sobre todo en los países de misión”.

“La belleza, por tanto -prosigue el documento- no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación. Conscientes de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción litúrgica resplandezca según su propia naturaleza” como indicó Benedicto XVI en la Sacramentum Caritatis, 35.

Advierte también que “belleza e inspiración religiosa no garantizan, de hecho, una plena correspondencia con las exigencias del rito, y la acción litúrgica requiere que la música dedicada a ella posea el requisito de una manifiesta sacralidad”. Y Añade: “Como parte integrante de la liturgia, la música sacra se sirve de la capacidad sobrenatural de favorecer y promover “la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles” (Pío X, Tra le sollecitudine, 1)”.

Hace además un llamado de atención sobre el uso de “música de impronta minimalista definida ‘música ambiental’ o new age. En no pocas ocasiones, por ejemplo, se uso de fondo sonoro en la adoración eucarística, en cuyo marco, sin embargo, no determina estados de ánimo concordes con la oración personal”.

Porque “la oración abre, por acción del Espíritu, a la contemplación mística del misterio de Cristo”, en cambio “la música ambiental suscita estados de conciencia en cierto modo artificiosos e inadecuados, mostrando así una cierta familiaridad con las refinadas técnicas de manipulación de la mente cuya eficacia se conoce en la psicología subliminal”.

La música litúrgica -concluye el documento- debe “predisponer el alma a la acogida del silencio sacro”, y que la música sacra “guía al individuo y a la entera comunidad a la plena intimidad con Cristo, donde la oración se hace adoración y canto de alabanza”.

El documento se puede leer clicando aquí y en el sitio web del dicasterio www.cultura.va está el cuestionario en Inglés, Francés, Italiano, Español y Portugués.

 

Fuente: Zenit

 


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