Es con gran alegría que vengo a compartir con ustedes mi corta e intensa experiencia, vocacional. En primer lugar, una breve introducción: me llamo Ludmilla Mota da Silva Santos, tengo 29 años y soy oriunda de Salvador de Bahia. Soy dentista, graduada de la Universidad Federal de Bahía, especialista y con una maestría de la misma institución. En marzo de 2012 salí de casa por primera vez para hacer un doctorado en la UNESP en Araçatuba-Sp. Aquí comienza los designios de Dios, y es el inicio para que se llevara a cabo su voluntad.
En este tiempo en Araçatuba Dios fue dando señales de que quería ser el centro de mi vida, de que me queria para Él. La JMJ, el encuentro con el Papa Francisco en Riocentro sólo con voluntarios, marcó mi vida. Tenía un corazón misionero y necesitaba responder a la voz de Dios que me llamaba. ¿Dónde Señor? ¿Cuál es mi vocación?
Llegué a Shalom Araraquara, en septiembre de 2013 en busca de una respuesta, y con los Escritos en mis manos encontré que: “Nuestro lugar es el de la pecadora y el de María de Betania – a los pies de Aquel que tanto amó y escogió movida únicamente por Su Misercordia ” (Amor conyugal <<Amor Esponsal>>). Dios había escogido almas esposas para Su Hijo y quiso elegir a las más débiles, las vasijas de barro, aquellas que reconocen la total incapacidad de que con sus propias fuerzas, ¡¡¡¡¡ son fieles a Él !!!!! Estas palabras fueron dando sentiado a mi vida, mi corazón latía con fuerza en una mezcla de vergüenza, gratitud y principalmente, felicidad. Sí, ¡había encontrado mi lugar!
Entré en el vocacinal, en octubre de 2013 y el 01 de abril 2014, recibí la respuesta que tanto busque: Soy Shalom, ¡soy postulante de la Comunidad de Vida! Sólamente con estos hechos yo ya podia contemplar la fuerza de mi elección. El Señor tenía prisa, inflamo mi corazón para que yo tuviese el valor de decidir cambiar mi vida radicalmente en tan poco tiempo. Y yo pude entender que el tiempo de Dios es diferente a el nuestro, ¡que la voluntad de Dios sucede en el momento adecuado!
Puedes preguntarte, ¿y el doctorado? Faltaba todavia un año antes de que pudiera terminar y quiso Dios manifestar su gloria en ese tiempo. El 29 de abril de 2014 expuse mi tesis y me convertí en Doctora en Endodoncia de la Facultad de Odontología de la UNESP Araçatuba. Puedo decir que en estos 28 días entre la respuesta y la exposición de mi tesis, el Señor me llevó en su regazo. Al decirle Si a Él, a mi vocación, el Señor honró mi valor. Al ser fiel a su llamado, a el dar mi respuesta de entrega, el Señor estaba derribando todas las barreras. Mi exposición de tesis fue en un tiempo récord, todos los plazos se cambiaron, porque Dios estaba a cargo, El no me iba a desamparar.
A los ojos de mi racionalidad Nunca pude imaginar que esto hubiera sucedido. El temor de mi acompañante, de cómo iba a reaccionar ante todo esto, se convirtió en una amistad más profunda y en una complicidad, porque el logró también ser alcanzado por la gracia del Señor. Los profesores, funcionarios, amigos del pós-grado no entendían cómo podía abandonar una prometedora carrera, pero respetan mi decisión y al final algunos admiraban mi coraje. El miedo de mis padres de que no concluyera mis estudios, que el esfuerzo de vivir dos años fuera de casa había sido “en vano” se transformó en un testimonio defepara contemplar la fidelidad del Señor en mi vida.
Yo ví el Resucitado que pasó por la Cruz, yo toque su costado abierto. Esa experiencia vivida en mi retiro final fue decisiva para que mi corazón estallara en un SI eterno, una oferta total, una respuesta de gratitud. La fuerza de mi elección me impulsó, hizo que el coraje fuese mayor que el miedo, y hoy soy feliz porque puedo testimoniar las maravillas de Dios, porque sé que todo sucedió de acuerdo a Su Voluntad.
Contemplo la hermosa y cuidadosa pedagogía del Señor para que yo pudiera descubrir mi vocación. Me hizo salir de Salvador, para estudiar en Araçatuba y hacer mi vocacional en Araraquara. Porque en realidad, desde la eternidad, Él me hizo Shalom, misionera para el mundo, respuesta para la humanidad.
Con un corazón lleno de deseo digo: ¡Gracias Señor por haberme escogido!