Testimonio

“Nació en nosotros el deseo de misionar como familia”

Higor Fontoura es un miembro brasileño de la Comunidad Católica Shalom que ha vivido en Boston, EE. UU. como misionero con su familia desde 2011. Su esposa Mariana Fontoura también es miembro de la Comunidad de Alianza Shalom y tienen 3 hermosos hijos que los llenan de orgullo y felicidad, la mayor Amanda tiene 15 años, Higor Filho tiene 9 años e Isabella tiene 1.

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Nací en una familia católica en Fortaleza, Brasil. Crecí en una familia feliz que me dio todos los buenos valores que llevo hasta el día de hoy. A pesar de nacer y criarme en un ambiente católico nunca me han interesado las actividades de la iglesia. Pensé que no encajaba y no pude encontrar la motivación para participar en nada en la iglesia.

Fue entonces que en 2005 cuando ya estábamos casados, Amanda ya tenía 3 años, y pensamos que habíamos encontrado la felicidad, fuimos invitados por una pareja muy especial, que hoy son los padrinos de Isabella, a participar en un “Seminario de Vida en el Espíritu Santo” en la comunidad católica Shalom. Hasta este momento nunca habíamos oído hablar de la Comunidad.

No sabía por qué, pero había algo muy fuerte que me hizo querer ir. Y cuando llegamos allí nuestra vida realmente cambió, tuvimos una hermosa experiencia con Dios, con su amor, con el perdón, con la misericordia, una inmensa alegría que nunca habíamos sentido.

Entendí que Dios les da una pequeña semilla específica a todos.

Algunas personas pueden ser llamadas a vivir una vida consagrada en la Comunidad Católica Shalom o algún otro movimiento eclesial, algunos en una parroquia o en algún ministerio de música, un sacerdocio, etc. Pero una cosa es cierta, en el momento en que tienes contacto con Él, sientes una fuerte inclinación a acercarte, a saber más, te vas a dormir pensando en eso, te despiertas pensando en eso, la forma de hablar, de rezar, de alabar, de pasarlo bien. Eso es lo que sentí. Era como si mi vida anterior se convirtiera en blanco y negro y las cosas de Dios y de la comunidad se tornaran en colores vivos.

Empezamos a participar en un grupo de oración, caminamos por un camino de intimidad con Dios, crecimos en conocimiento y espiritualidad, hicimos buenos amigos. Empezamos a sentir el deseo de servir así que comenzamos a ayudar y guiar a otras parejas.

Y descubrimos que había una alegría aún mayor de la que sentimos en ese seminario: ¡La alegría de servir, dando gratis lo que recibimos gratis! Dar la oportunidad a otras personas, otras parejas y familias a experimentar también lo que hemos descubierto.

Luego descubrimos que una forma concreta de vivir esta experiencia de manera constante y creciente sería a través de la consagración. Así que hicimos el camino vocacional y nos unimos a la comunidad en 2009, el mismo año en que nació Higor Filho.

Ya siendo miembros de la comunidad, conociendo mejor el carisma, nació en nosotros el deseo misionero para llevar este carisma más allá, por eso en 2011 nos pusimos a disposición de la comunidad para ir a donde el Señor nos envíe.

En oración, Dios nos mostró un mapa del mundo y miles de luces intermitentes en cada país. Él nos dio la comprensión de que había distribuido las semillas del Carisma Shalom en todo el mundo, y en cada lugar, había muchas personas que son Shalom y que nunca lo descubrirían a menos que uno vaya a ese país y viva allí como Shalom.

Un año más tarde recibimos una invitación para venir a Cambridge en los Estados Unidos, junto con otra familia para comenzar una Misión Shalom en el área de Boston. Nos encontramos con el Padre Walter en 2012 en Fortaleza, durante el Festival Hallelujah, el sacerdote que hizo la invitación, y desde entonces comenzó una hermosa amistad y afecto entre él y nuestra familia.

Luego llegamos a Boston en diciembre de 2013, saliendo de una temperatura de 90 grados a 20 grados. La prioridad, además de sobrevivir al frío, era inculturarnos, encontrar un trabajo, hacer amigos, aprender inglés y abrir el camino a nuevos misioneros. Hasta ese entonces no había nada de lo que hoy ya es una realidad, pero soñamos todos los días hasta hoy en que vemos la Casa Shalom llena de gente.

No puedo negar que fue difícil, que muchas veces pensamos en renunciar, a menudo pensamos que no iba a funcionar, sufrimos una adaptación difícil, hasta hoy extrañamos a la familia y a todos en Brasil, pero, por otro lado, vivimos experiencias inolvidables, crecimos como seres humanos, como familia, maduramos en la fe, pudimos ser literalmente tocados por la providencia de Dios, por su amor en diversas situaciones.

Podemos decir que fuimos premiados con una hermosa familia numerosa de la cual forman parte todos los integrantes de Shalom Boston hoy. Estoy muy contento por las amistades, por el apoyo y el afecto que todos hemos recibido.

Los frutos de esta misión son la respuesta de Dios para nosotros.

Traducción: Javier Kovacs


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