Eminencia, querido cardenal Farrell, querido padre Alexander, queridos sacerdotes aquí presentes, amigos del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida, amigos de los diversos dicasterios, asociaciones, movimientos y nuevas comunidades, amigos del Centro de San Lorenzo y … queridos jóvenes.
En julio de 1980, San Juan Pablo II visitó mi ciudad, Brasil. En tal ocasión, el Arzobispo de esa época me pidió, en el momento del ofertorio, que hiciera un regalo al Papa en nombre de todos los jóvenes de la ciudad. Me hice esta pregunta: “¿Qué puede ofrecerle al Papa a un joven de 20 años?” En oración, la inspiración del Señor fue clara: siendo joven fui conmovido por Su Amor, que cambió mi vida. Era hora de regalar lo que había recibido gratis.
Este, entonces, es mi regalo para Jesús y para la Iglesia: ofrecer la vida y la juventud para evangelizar a los jóvenes, especialmente a los más alejados de Cristo y de la Iglesia. De esta experiencia decisiva, la ofrenda de vida a los pies de Pedro, nació una “cafetería para evangelizar“, un Centro de Evangelización. Un lugar acogedor donde los jóvenes, con creatividad y audacia, evangelizan a otros jóvenes. Sinceramente no tenía idea de lo que Dios estaba haciendo.
Vale la pena señalar que en el año ’83, es el mismo Papa que, en Roma, también quiso dar un regalo a los jóvenes de todo el mundo: un Centro Internacional de la Juventud dentro de la Iglesia de San Lorenzo, a pocos pasos de su casa. También “un lugar acogedor“, un signo de la paternidad del Santo Padre y la maternidad de la Iglesia para los jóvenes. Dado que nuestra Comunidad está presente en Roma, aún en comunión con la Comunidad Emmanuel y diferentes expresiones eclesiales, vemos este Centro como un punto de referencia para la evangelización. Hemos presenciado el nacimiento de muchas vocaciones a la vida misionera, a la vida sacerdotal, al matrimonio … ¡Muchas gracias en la vida de los jóvenes a lo largo de los años!
No podíamos imaginar que en los albores del histórico Sínodo dedicado a los jóvenes, seríamos llamados a ofrecer este precioso servicio a la Iglesia: animar el Centro Juvenil San Lorenzo. Aquí, cerca de Pedro, al pie de la Cruz, siguiendo los pasos de la Santísima Virgen María, acogiendo, amando y evangelizando a los jóvenes, volvemos a los orígenes de nuestro carisma y nuestra misión como Comunidad Shalom. En este Centro para la Evangelización, queremos poner a disposición nuestro carisma, en beneficio de una creatividad misionera constantemente renovada, con jóvenes y para jóvenes. Durante mucho tiempo, ya sea geográfica o espiritualmente, experimentamos lo que podemos encontrar aquí, en el corazón de la Iglesia, nuestro hogar.
Gracias, Eminencia, gracias a todos, amigos, por su confianza. Contamos con su oración para poder llevar adelante esta nueva misión y esta nueva etapa del Centro San Lorenzo con humildad y fidelidad al proyecto de Dios. Estamos allí, al pie de la Cruz, en profunda comunión con el Santo Padre, nuestro amado Papa Francisco, en intercesión continua por el Sínodo de los Obispos y la juventud. Unidos a Santa Teresa y San Juan Pablo II, bajo la Mirada de María, queremos renovar la ofrenda de nuestra vida por la Iglesia, por los jóvenes y por la humanidad.
Shalom!