Ciudad del Vaticano, 25 de noviembre de 2013
El santo padre ha querido tener un gesto de gratitud con los voluntarios que han prestado un servicio durante la organización del Año de la fe y esta mañana se ha reunido con ellos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano.
Durante su discurso, Francisco ha recordado que este Año que clausuramos ayer “ha sido para los creyentes una ocasión providencial para reavivar la llama de la fe, esa llama que se nos ha confiado en el día del bautismo, para ser cuidada y compartida”.
Durante este Año, Año especial, ha continuado el santo padre, “ustedes han empleado con generosidad parte del tiempo y de vuestras capacidades, especialmente al servicio de los recorridos espirituales propuestos a los diferentes grupos de fieles”. Y por ello, en nombre de la Iglesia, Francisco ha querido “darles las gracias y juntos dar gracias al Señor por todo lo bueno que nos permite hacer”.
En este tiempo de gracia “hemos podido redescubrir lo esencial del camino cristiano, en el cual la fe, junto con la caridad, ocupa el primer lugar”, ha indicado Francisco. Y ha añadido que la fe “es la piedra angular de la experiencia cristiana, porque motiva las elecciones y los actos de nuestra vida cotidiana”. De hecho, la fe es “la vena inagotable de todas nuestras acciones, en la familia, en el trabajo, en la parroquia, con los amigos, en los diferentes ambientes sociales. Y esta fe firme, genuina, se ve especialmente en los momentos de dificultad y de prueba”, ha matizado el santo padre. De ahí que “el cristiano se deja coger en brazos por Dios, y se aferra a Él, con la seguridad de confiarse a un amor fuerte como roca indestructible”. En los momentos de sufrimiento – ha explicado – “si nos abandonamos en Dios con humildad, podemos dar un buen testimonio”.
A los voluntarios del Año de fe, el santo padre les ha invitado a “alabar al Señor por la intensidad espiritual y el ardor apostólico suscitados por tantas iniciativas pastorales promovidas en estos meses, en Roma y en todas las partes del mundo”. Francisco ha proseguido su discurso recordando que “somos testigos de que la fe en Cristo es capaz de calentar los corazones, convirtiéndose realmente en la fuerza motriz de la nueva evangelización”.
Asimismo ha subrayado que son necesarias “comunidades cristianas comprometidas con un apostolado valiente, que alcance a las personas en sus ambientes, también en los más difíciles”.
Es importante y esencial, ha remarcado el santo padre, que “esta experiencia que han madurado en el Año de la fe les ayuda primero a todos ustedes, a abrirse a sí mismos y a las comunidades vuestras al encuentro con los otros”.
Sobre todo a abrirse a los más pobres de fe y esperanza en su vida, ha subrayado el sucesor de Pedro. “Hablamos mucho de pobreza, pero no siempre pensamos en los pobres de fe: hay muchos. Son muchas las personas que necesitan un gesto humano, una sonrisa, una palabra verdadera, un testimonio a través del cual acoger la cercanía de Jesús. No falte a nadie este signo de amor y de ternura que nace de la fe”, ha concluido.
(RED/RL)