Testimonio

“Que tus sacerdotes se vistan de justicia, y tus fieles exulten de alegría”.

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Me llamo Vicente Tomaz, tengo 38 años y natural de São Paulo. Pertenezco a una familia católica, la que me educó en la fe. A los 16 años, viví la experiencia de la efusión del Espíritu Santo en un grupo de la Renovación Carismática Católica (RCC).

La experiencia con el Espíritu Santo me condujo, posteriormente, verso una fuerte experiencia con Jesús presente en la Eucaristía (siento que mi vocación despertó allí), donde me sentí personalmente amado y escogido por Él, lo que fue generando en mí una profunda sed de Dios y un creciente deseo de ofrecerme, poniendo a disposición mi vida, lo que pude hacer durante cerca de cuatro años junto a la RCC de la Diócesis de Santo Amaro, en diversos ministerios, sobretodo, junto al antiguo Secretario Marcos, responsable por los trabajos con los grupos juveniles.

¡Quiero ser así!

Durante este período de apostolado intenso con los grupos juveniles en mi diócesis de origen, pude también conocer la Comunidad Católica Shalom, participando de los retiros en la casa contemplativa, haciendo los cursos de formación básica en parroquia, participando de los eventos de la Comunidad y frecuentando el Centro de Evangelización de la Comunidad Shalom de Santo Amaro. Poco a poco fui dándome cuenta de que poseía una grande identificación con el carisma Shalom, con su forma de rezar, de vivir la fraternidad y de evangelizar. Miraba los miembros de la Comunidad de Vida y pensaba: “¡Quiero ser así!”

En el 2003, ingresé en la Comunidad de Vida Shalom, siendo enviado para vivir mi postulantado en Fortaleza, en barrio de Fátima. La formación inicial continuó con el Discipulado en Pacajus y, después, en Brasilia, ciudad donde hice mis primeras promesas. Regresando a Fortaleza, en el 2007, pasé a servir en el Gobierno General de la Comunidad. Tras dos años de intenso contacto con los seminaristas y sacerdotes de la Comunidad, especialmente el Padre Francisco Almeida, a quien tuve la alegría de ser su secretario, percibí que el Señor también me estaba llamando al sacerdocio.

Padre de la Comunidad

Mi ingreso al seminario fue el 2009. En medio a un intenso trabajo junto a los jóvenes de la Obra Shalom de Fortaleza, momento en el que viví mis estudios filosóficos, que duraron tres años, en la Facultad Católica de Fortaleza. En seguida, viví un período pastoral de dos años en el Discipulado de Quixadá, una experiencia enriquecedora, que me enseñó muchas cosas, sobre todo a sentirme más “padre de la Comunidad”.

Mis estudios teológicos también los realicé en Fortaleza. En este período serví en la Diaconía General de la Comunidad, en la Asistencia Misionera, donde pude experimentar aún más la importancia del cuidado pastoral, sobretodo en aquel ejercido en favor de los misioneros de la Comunidad.

“Que tus sacerdotes se vistan de justicia, y tus fieles exulten de alegría”. Este versículo del Salmo 131 siempre me acompañó durante mi camino de formación sacerdotal. Hoy, ejerciendo el ministerio diaconal en la misión Shalom de Aquiraz (Ceará), veo más claridad como las manos providentes y misericordiosas de Dios trabajan en mí, a fin de que pueda “vestirme” de Su santidad y, así, ser motivo de alegría y exultación para Su pueblo amado. Me consuela mucho el hecho de experimentar que no solo el ministro ordenado realiza el ministerio, sino que también el ejercicio generoso del ministerio “hace” el ministro ser más santo.

Fecundo ministerio

El lema que escogí para mu futuro ministerio sacerdotal es una oración de Santa Teresa de Lisieux: “Me ofrezco al Amor Misericordioso“. Tengo la convicción de haber recibido mucha misericordia en mi vida y, por medio del sacerdocio, espero poder retribuir a esta gracia donando misericordia sin límites.

Lleno de confianza y gratitud, confío en las oraciones de todos aquellos hermanos que leerán estas palabras, a fin de que pueda ejercer un fecundo ministerio sacerdotal por medio de la santidad de vida.

Em Jesus e Maria,
Vicente Tomaz de Souza Junior

Traducción: Manuel Quezada


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