El gesto realizado por el Papa Francisco este 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, es un gran evento histórico. Mientras la ofensiva rusa en territorio ucraniano comienza su segundo mes, el Papa consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. Invitó a todos los obispos y sacerdotes del mundo a unirse a la consagración.
Consagrar significa “dedicarse a un fin sagrado”. El término se usa a menudo en el vocabulario de la Iglesia para lugares (iglesias), personas (religiosos o laicos consagrados) y objetos litúrgicos y, en el corazón de la fe cristiana, para la consagración de la Eucaristía.
También es posible la consagración personal a Cristo a través de María, la consagración a María o a los santos. A partir de la Edad Media, este acto personal se extendió a las ciudades y luego a los países. Así, Luis XIII consagró Francia a María en 1638, acto que luego fue imitado por obispos y papas, para países y lugares específicos, e incluso para el mundo entero. La primera consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María fue realizada por Pío XII, durante la Segunda Guerra Mundial, el 31 de octubre de 1942.
Países ya consagrados
Muchos países ya han sido consagrados al Inmaculado Corazón de María. Los obispos portugueses consagraron Portugal el 13 de mayo de 1931. Polonia fue consagrada en 1946 y Australia en 1948.
Más recientemente, Congo se consagró al Inmaculado Corazón de María el 4 de febrero de 2017, en presencia del Cardenal Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede. El 18 de febrero de 2017, Inglaterra y Gales fueron consagrados por el cardenal Vincent Nichols, Arzobispo de Westminster. Unos meses después, los obispos de Escocia también consagraron su país al Inmaculado Corazón de María el 3 de septiembre de 2017.
Hace dos años, el 25 de marzo de 2020, al inicio de la pandemia del Covid-19, 24 países se consagraron al Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón de Jesús en Fátima para invocar la protección del Señor y de la Virgen María en el difícil tiempo de la epidemia.
Los países consagrados (o que renovaron la consagración) fueron: Albania, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Hungría, India, Kenia, México, Moldavia, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, España y Timor Oriental.
A Jesús por María
¿Cómo se puede consagrar un país entero si no todos sus habitantes creen en Dios? La consagración de un país es de hecho una consagración ofrecida: no es una consagración formal (que requiere consentimiento), sino una intercesión por el país.
En la exhortación apostólica Reconciliatio et poenitentia, Juan Pablo II explicó el proceso: En las manos de esta Madre, cuyo «Fiat» marcó el comienzo de la «plenitud de los tiempos», en quien fue realizada por Cristo la reconciliación del hombre con Dios y en su Corazón Inmaculado —al cual he confiado repetidamente toda la humanidad, turbada por el pecado y maltrecha por tantas tensiones y conflictos— pongo ahora de modo especial esta intención: que por su intercesión la humanidad misma descubra y recorra el camino de la penitencia, el único que podrá conducirlo a la plena reconciliación! Esto implica, como dice Juan Pablo II, un camino de conversión.
Tomando a María como madre
San Luis María Grignion de Montfort, gran devoto de la Virgen María, explicaba que consagrarse a María es como tomar a la Virgen como madre: “Consagrarse a María es precisamente elegirla como Madre, no sólo para la protección física y personal, sino ante todo, para conferirle por derecho propio la plenitud del poder materno sobre nuestra alma. La madre, en la familia humana, tiene poder sobre sus hijos. Ella los protege de dos maneras. Protegiéndolos de peligros y amenazas, a veces sin que ellos lo sepan. Aconsejándolos y guiándolos, para que hagan buen uso de su libertad”.
Sin dejar de respetar la libertad de cada persona, un acto de consagración exige una conversión de los corazones. En un mensaje de radio dirigido a Bélgica, Pío XII precisó: “Al poner sus actividades personales, familiares y nacionales bajo la égida de María, se invoca su protección y ayuda en todos los esfuerzos realizados, pero también prometemos no emprender nada que pueda desagradar ella, y también a conformar toda su vida a sus indicaciones y peticiones”.
Por tanto, el acto de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María es sin duda el buen comienzo para convertir nuestras almas y actuar como hombres y mujeres conforme al corazón de Dios.