Desde hace algunos años, el Señor ha hablado mucho a la Comunidad Shalom acerca de las vocaciones célibes y ha anunciado un tiempo nuevo de fecundidad para esta forma de vida. La Revista Escucha 2019, en la página 108, relata una profecía: “hombres y mujeres vestidos de blanco, como profesionales de la salud, curando las heridas de las personas que venían de la guerra, heridas, sangrando” – estos hombres y mujeres serían las personas célibes que Cristo constituyó como remedio para la Comunidad y para toda la humanidad, y esta vivencia auténtica posee una gran fuerza espiritual.
Esta profecía ciertamente es tocada en nuestra experiencia ordinaria y en la fuerza misteriosa que existe en la evangelización de los jóvenes. Al hablar de esto, recuerdo una frase de un espectáculo de la Comunidad, Musical Anchieta, que dice: “¡Toda herida esconde una misión, todo límite esconde una elección!”. Esta es exactamente la dinámica del Esposo con aquellos que él atrae al Celibato por el Reino de los Cielos.
Como Esposo Resucitado que trae las marcas de la Cruz, Jesús se presenta diciendo: «¡Tu herida también esconde una misión, tu debilidad esconde una fuerza, tu enfermedad esconde un remedio!». Esto porque el celibato no es un llamado por ser perfecto, sino para ser curado. Es por eso que el Verdadero Médico, el Esposo, desea curar, y a partir de esta respuesta de amor, él quiere hacer de cada célibe también un remedio para la vida de la Comunidad, para la vida de los jóvenes y de toda la Iglesia.
¿Cómo ser médico sin reconocerse enfermo? Ahí de nuevo el célibe reconoce que tienes chances, más que estos, por la ofrenda del Esposo, pueden ser gloriosos. En las luchas y ofrendas de cada día, él elige abrazar la cruz que hace de las heridas, marcas vivas de un amor que desborda y que cura.
En este tiempo turbulento y doloroso, estos hombres y mujeres heridos se presentan delante de nosotros. De modo particular a los jóvenes, una multitud a ser sanada y consolada por el bálsamo del amor de Cristo. Y es exactamente lo que sucede en la práctica: en la vida del célibe, los jóvenes encontrarán el amor encarnado de Cristo Crucificado por ellos, encontrarán verdaderos padres y madres, que dando la vida, sirve de remedio para el mundo.
Es importante tocar en otra vía de este misterio: si el célibe es un remedio para la vida de los jóvenes y la primacía de su ofrenda, también el joven se convierte en remedio para la vida del célibe. En aquel joven magullado, el célibe encuentra Cristo. En las heridas de estos jóvenes, el Célibe se encuentra con su propia verdad, con las marcas que también él trae y redescubre la necesidad de volver siempre hacia el amor del Esposo, y lo esencial.
¡La comunidad Shalom necesita de célibes! ¡el mundo necesita de célibes! ¡Los Jóvenes necesitan de célibes! ¡Que esta invitación haga eco hasta los confines de la tierra!