“Seis y media, suena el despertador. Grita el despertador, grita mi cuerpo que sufre y pregunta, lleno de derechos, por qué ya no es más maestro ni señor. Responde el alma apasionada que porque el Amor no es amado, y que si ese cuerpo recordase, ¡hasta él mismo grita por el Dios vivo! Besa la tau, ama a Dios, recuerda que sólo El basta. Limpieza de casa, desayuno, miradas que se cruzan cómplices de un mismo Amor loco que hace de todo vaso de arcilla creación nueva para un mundo nuevo. Tomó barro e hizo un vaso que acoge el perfume que es Suyo, pues todos los perfumes son Suyos, para siempre.
Alabanza, alabanza, salmos de alabanza, nuestro corazón se eleva, nuestro corazón está en Dios, y Él está en medio de nosotros. Él es presencia, siempre fiel porque no se puede negar a Si mismo. La alabanza vacilante es tomada y santificada por la Palabra que visitó la boca de tantos apasionados a lo largo de decenas de siglos, ¡que para Él son sólo un día! Ese día que es el día favorable, el día de la Salvación, el día sin ocaso. Termina la alabanza y empieza la alabanza incesante ante el fuego devorador que se pone ante el altar. La Eucaristía, fuego sobre el altar de piedra, sobre el altar de la vida; una fusión de corazones, dice la pequeña Teresa. Adora, oh! Alma mía, adora oh! mi ser, naciste para eso, mueres porque no mueres y no ves todavia lo que tus padres, los que escucharon Su voz y no endurecieron su corazón están viendo ahora. Adora, ríndete, llora, lucha, gana y pierde, vuélvete UNO, vuélvete PAZ para el mundo. Es imposible ver Su rostro y continuar vivo: ¡muere, pues y vive!
Viene la vida por la Palabra, todo es recreado en Ella, y Ella habita en nosotros, monta su tienda en nuestros corazones. Es útil para enseñar, corregir, exhortar; es espada, es de esa espada que el Esposo habla: es suficiente, Pedro, para la batalla. Es dulce como miel, amarga en el estómago, corroe lo que es viejo, da vida a los huesos secos y cansados del cotidiano. Arranca del Chronos (tiempo) y se sumerge en el Kairós (tiempo de gracia), bautiza en el hoy tan favorable porque Él está en medio de nosotros infaliblemente hasta el fin de los tiempos. Que tu Palabra se realice y se cumpla siempre, FIAT, AMÉN, pues soy tu siervo e hijo de la Sierva que dio a luz a esa Palabra.
Dios habla hoy y Dios se da hoy: es la misa. Fiesta, sacrificio, unión, Calvario, cielo, hoy estoy con Él en el paraíso. Se acordó de mí, miró para mí, y me habló, me da su carne, no muero más. Él permanece en mí y yo en Él. Que todos sean UNO como nosotros somos UNO. ¡Es necesario anunciar! Suena la campana, formación, escucha, Dios habla, Dios crea, una Obra Nueva siempre nueva, odres nuevos, corazones nuevos que desean, que quieren, que van. No es fácil, pero es “si”, no podemos decir otra cosa, el Amor exige, el Amor consuela, el Amor quema en el “si”.
Comida, hay de eso, falta aquello, San José cuida y educa. Hay hermanos, hay conversación, hay bromas, hay risas, fiesta y compartir. Hay miradas, hay cariño, hay perdón, hay unión, hay unidad. Hay Jesús.
Corre, cuida, llama, anda, pide que te lleven, llega, reza, trabaja, evangeliza. Somos trabajadores de esa viña. Es nuestra realización, es nuestra alegría. En un amor que todo realiza porque todo lo puede en Aquel que nos fortalece. Y sin Él nada puede hacer, en Él y con Él, todo puede. Inventa, crea, llama a la puerta, hay algo nuevo, algo maravilloso para ti también. Vuelve, reza de nuevo, y de manera nueva, proclama, cura, renueva. Sal de nuevo, movimiento divino de salir y volver, en un incesante baile trinitario. Vuelve soñoliento, reza, perdón, alabanza y acuérdate de nosotros… Deja ahora a tu siervo ir en paz, porque mis ojos han visto HOY tu salvación, al Salvador. En ese hoy sagrado, en ese hoy heroico, en ese día de amor. Duerme. Vela. Adoración nocturna. Amén. Es felicidad. ¡Es Shalom!”
Daniel Ramos
Misionero de la Comunidad Católica Shalom