Todavía estamos en el inicio de la Cuaresma, un tiempo en el que estamos llamados a la conversión. No es un momento de tristeza en absoluto, sino un momento de recolección, desierto interior, girar de nuevo en sí mismo, la familia y la comunidad.
La palabra “Cuaresma” viene de la palabra “cuarenta”, que hace referencia a algunos hechos bíblicos que están vinculados con el número cuarenta: como la inundación, los cuarenta años del pueblo de Dios en el desierto y los cuarenta días de oración y penitencia de Jesús. El tiempo llamado “cuarenta”, días o años, significa el tiempo suficiente y necesario para que algo nuevo y extraordinario se realice.
En este momento particular, para vivir bien la Cuaresma y reemplazar el corazón de piedra por uno de carne, el primer consejo es hacer memoria. En tiempos de los teléfonos móviles modernos, tecnologías avanzadas y aplicaciones que reemplazan muchas de nuestras funciones, lo cierto es que nuestra memoria deja mucho que desear y cada vez más nos distanciamos del contacto con la espiritualidad. De ahí la importancia de parar un poco para recordar de donde Dios nos sacó, de donde nos rescató y lo que ha hecho por nosotros.
Es interesante observar la palabra de como Moisés, incluso sin teléfono móvil, fotos o iPad, en medio de tantos conflictos, siempre insistido en hacer memoria al pueblo elegido de todas las obras del Señor para ellos. Especialmente la liberación de la esclavitud que vivieron, la opresión, la miseria y la angustia, así como todas las gracias derramadas, lo que los llevó a una tierra de la que brota leche y miel. Es tiempo de hacer lo mismo. Y ¿qué tal escribirlo en un cuaderno?
La confianza es el segundo consejo. Vale la pena mencionar un pasaje muy profunda del Salmo 90 que nos lleva a este punto: “Quién habita en virtud del Altísimo y vive a la sombra del Señor Todopoderoso, dice al Señor: Tú eres mi refugio y protección, eres mi Dios en quien confío enteramente” (Sl 90). Confiar en este tiempo de Cuaresma en que es posible una transformación en nuestras actitudes, un cambio de vida, confiar en que habitar a la sombra de nuestro Dios es estar protegido. Es confiar enteramente y no por la mitad, Jesús se entregó por entero por todos nosotros.
Por lo tanto: “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees de corazón que Jesús resucitó, te salvarás” (Rm10,9). De aquí viene el tercer consejo, la profesión de fe.
Aquí, se nos motiva a profesar nuestra fe verdadera y declarar que Jesús es el Señor de nuestra vida, trabajo y familia. Él es el centro de todo, la persona más importante de todo, lo que me lleva a amar al prójimo porque él me amó primero. ¡Jesús es el Señor! Es confesando la fe que lograremos la salvación y creyendo no estaremos confundidos por tantas situaciones que intentan desviarnos el camino de las bienaventuranzas.
El último consejo es ser reconocidos como hijos de Dios. No un hijo cualquiera, sino uno amado y cuidado por Dios. Un hijo que tiene la mirada del Padre, que nunca se rinde y siempre está atento para llamar a sus hijos en este tiempo litúrgico de Cuaresma para invitarlos a la conversión. “¡Convertíos!”
Vení a prepararse para vivir bien ese tiempo de cuaresma, con la Comunidad Católica Shalom
— Noches de adoración, todos los viernes a las 7 pm. Calle Dalence #54. Tel. 67604710 —