Testimonio

Durante la cuarentena Dios mi ha ayudado a superar mis límites: he sentido la fuerza del mi Carisma

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Me llamo Sara Ferretti, tengo 29 años y soy miembro de la Comunidad Católica Shalom, en la Comunidad de Alianza. Vivo a Roma, mas mi familia vive en un pequeño poblado al norte de Roma, Sant’Oreste.

Cuando fue anunciado, por parte del gobierno, el lock-down a causa del COVID-19, regresé a casa de mis padres. Fue allí que viví la cuarentena.

Los primeros días fueron bastante difíciles, me sentí desorientada, tenía miedo del como “serían las cosas mañana”.

Con el paso de los días, rezando, pedía al Señor como podía ser misionera en aquella situación; Le preguntaba qué cosa Él deseaba que (yo) Le donase en esta Cuaresma/Cuarentena. 

En una de las catequesis del fundador(Moysés) me tocaban las palabras que referían al hecho de “hacer nuestro” [recordando que también nos ha tocado, nos toca y nos va a tocar siempre] el mal de la humanidad, el sufrir, hacerla nuestra y rezar incesantemente, pidiendo al Espíritu Santo Su fuerza y, por sobre todo, creatividad [para saber afrontarla].

Entonces recordé que en sus inicios, la Comunidad inició a evangelizar tramite una pizzería, un lugar en donde todos pudiesen sentirse a casa; no sólo comer un sándwich, mas encontrar amigos, alguien disponible a escuchar, a sufrir y a reír junto a ti; que te acercan a Dios no obstante las propias fragilidades y situaciones que la vida les mete delante, a las que ni siquiera los misionarios/consagrado tenemos respuestas. No tenemos respuestas, claro, mas podemos estar allí, podemos acercarnos, ser próximos.

Memore de esta experiencia vivida por el fundador [y los primeros integrantes de la comunidad], Moysés Azevedo, pensé al mundo de las redes sociales, al único “lugar público” virtual durante este periodo, uno de los medios para comunicar con tantas personas al mismo tiempo: las directas Facebook e Instagram, son un ejemplo. Nunca fui amante del mundo virtual, me gustan las relaciones, la proximidad con las personas, por lo que, antes de la cuarentena, nunca había tenido la oportunidad de iniciar alguna conexión virtual con tantas personas; sólo el mínimo indispensable. 

A pesar de ello, frente a tanto sufrimiento, a tanto deseo de comunicar con las personas, sobre todo a los jóvenes, que no estamos solos, creé un pequeño evento virtual llamado ‘Shalom pizza challenge’.  Por media hora me dediqué a un tutorial sobre cómo empastar la pizza, y entre un paso y el otro, contaba como el trabajo de la comunidad nació, de aquella “pizzería” especial, en donde los sándwiches fueron identificados con nombres bíblicos; un espacio en donde tras la cocina estaba la capilla, así todos podían encontrar a Jesús Eucarístico en el Santísimo Sacramento expuesto.

Invité a postrar las propias pizzas cuando esas estuviesen listas, y a darle un nombre bíblico. Personalmente fue una gran oportunidad para salir de mí misma, de hacer algo que nunca hubiese pensado de hacer. Mas es el Espíritu Santo que nos incita, sin importar si entendimos o no la idea de hacer todo ello. No importa cuántas personas hayan visto la directa, lo verdaderamente relevante es haber seguido la orientación del soplo del Espíritu Santo. No está a nosotros ver los frutos, mas sólo sembrar.

Durante esta cuarentena, más allá de los medios de comunicación – que me han dado la oportunidad de evangelizar – fue importante estar cerca a los jóvenes que conozco, que escucho, que acompaño, estarles “cerca”.

En casa, y sin más medios que una simple llamada telefónica o un mensaje de texto, entendí lo que significa ‘ser Shalom’, ‘ser Iglesia’, ‘ser misioner(o/a)’; no sólo hacer. Fue lindo ver como la Iglesia no es un edificio, una estructura, mas cada uno de nosotros; y que incluso encerrados entre cuatro paredes podemos y debemos donarnos, sí, debemos, porqué sólo en el ‘donarse’ se es plenamente felices. Hubo luchas, así como lo habrá en adelante. Mas tenemos una certeza: Dios está conmigo, Dios está con nosotros, Él nunca nos deja. Todo puede cambiar, mas Él es siempre el mismo: Fuerte, Consolador, Fiel.

 

Sara Ferretti

Traducción: Manuel Quezada


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