Este año, la Semana de oración por la unidad de los cristianos (18 al 25 de enero) está bajo una estrella ecuménica especialmente buena. El tema de la Semana está tomado del primer capítulo de la primera carta a los Corintios, donde Pablo lanza un vivo llamamiento a la unidad y plantea una pregunta que interpela nuestra conciencia: «¿Es que Cristo está dividido?» (1 Co 1, 13).
Ante esta pregunta, surge inmediatamente pensar en la trágica situación de la cristiandad dividida, ya que la fractura de la Iglesia que aún persiste se ha de entender como división de lo que por naturaleza es indivisible, o sea, el Cuerpo de Cristo. Es precisamente este doloroso problema lo que animó la redacción del decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo «Unitatis redintegratio», de cuya promulgación se celebra este año el 50° aniversario.
Momento principal del 2014 es, sobre todo, la conmemoración del encuentro histórico entre el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, y el Obispo de Roma, el Papa Pablo VI, celebrado en Jerusalén hace cincuenta años, más precisamente los días 5 y 6 de enero de 1964. La entonces anunciada voluntad respectiva de restablecer la caridad entre las dos Iglesias, sellada por el beso fraterno entre los dos jefes de Iglesia en nombre de los dos hermanos Andrés y Pedro, sigue siendo aún hoy ante nuestros ojos un icono duradero de la disponibilidad ecuménica a la reconciliación.
Kurt Koch
Cardenal presidente del Consejo pontificio