Según Raimundo Manoel, miembro de la Comunidad Shalom y misionero en Madagascar, el Cerco de Jericó se realiza en la misión desde 2012, pero este año la participación fue mucho mayor. “Además de los que ya son asiduos en nuestra casa de misión, estuvieron presentes en el cerco, muchas personas nuevas: religiosas, personas de la Orden Tercera Franciscana y otros laicos.“
Durante la semana del Cerco, se realizaron varios compartir y testimonios de participantes que se sintieron felices al creer en la fuerza de la oración. “Otro fruto además del mayor número de personas que vinieron a rezar en el evento, incluso durante las noches, fue el gran número de intenciones que recibimos de familiares, amigos y hermanos de la Comunidad y la gran confianza que la gente tiene en nuestras oraciones“, dijo el misionero.
Cerco de Jericó
El Santo Padre debía ir a Polonia el 8 de mayo de 1979, para el 91 aniversario del martirio de santo Estanislao, Obispo de Cracovia. A fines de noviembre de 1978, 7 semanas después del Cónclave que había elegido a Juan Pablo II, la Santísima Virgen dio un mensaje en el que decía: “Para la preparación de la primera peregrinación del Papa a su Patria, se debe organizar en la primera semana de mayo en Jasna Gora, un Congreso del Rosario: 7 días y 6 noches de rosarios consecutivos, ante el Santísimo Sacramento expuesto”.
La práctica se originó en el Antiguo Testamento, después de la muerte de Moisés, Dios eligió a Josué para conducir al pueblo hebreo. Dios le dijo a Josué que atravesara el Jordán con todo el pueblo y tomara posesión de la Tierra Prometida. La ciudad de Jericó era una fortaleza inexpugnable. Al llegar junto a las murallas de Jericó, Josué levantó los ojos y vio un Ángel, con una espada en la mano, que le dio órdenes concretas y detalladas. Josué y todo Israel ejecutaron fielmente las órdenes recibidas: durante seis días, los valientes guerreros de Israel dieron una vuelta alrededor de la ciudad. En el séptimo día, dieron siete vueltas. Durante la séptima vuelta, al sonido de la trompeta, todo el pueblo levantó un gran clamor y, por el poder de Dios, las murallas de Jericó cayeron. (Js 6)
Traducción: Marjori Small