Formación

El más hermoso y magnífico de los dones de Dios

En ocasión de la fiesta del Bautismo del Señor, proponemos una breve reflexión sobre los principales efectos del sacramento del bautismo en la vida de los fieles.

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1. La remisión de los pecados

El Bautismo es un baño que lava al cristiano, nacido en la enemistad con Dios, de todos los pecados; de aquel que heredó (el pecado original) y de los que él mismo ha cometid. En pocas palabras, el bautismo redime de todas las penas. “En efecto, en aquellos que han sido regenerados, no hay nada que pueda impedirles entrar en el Reino de Dios: ni el pecado de Adán, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, de las cuales la más grave es la separación de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1263).

El agua, como materia-instrumental de este sacramento, es también símbolo del baño de purificación. Pero el Bautismo es mucho más que un simple baño: es muerte y vida. Muertos en Cristo por el pecado, vivimos con Él una vida nueva de santidad.

“Porque sólo a través de la muerte, una renuncia radical en la que se “muere” a un cierto tipo de vida, realizandose el renacimiento que genera ese existir de la vida nueva” (Benedicto XVI, homilía, 11 junio 2012).

2. La nueva vida de los hijos de Dios

“En verdad, de cierto te digo: el que no renace del agua y del Espíritu no podrá entrar en el Reino de Dios. (Jn. 3,5).

El Bautismo es también llamado “baño de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo” (Tt 3,5) pues regenera al fiel, hace que éste nazca de nuevo. Desde lo alto lo convierte en una nueva criatura. El bautizado es hijo de Dios, co-heredero de Cristo, templo del Espíritu Santo. Participa de la naturaleza divina a partir de la gracia santificante que recibe, la cual: lo hace capaz de creer en Dios, esperar en Él y amar, por las virtudes teologales. Le concede el poder de vivir y actuar bajo la moción del Espíritu Santo; le permite crecer en el bien por las virtudes morales (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1266).

Para el bautizado, el ambiente de la vida es Dios mismo. “Ser bautizado quiere decir estar unido a Dios. En una sola nueva existencia pertenecemos a Dios, somos inmersos en Dios “(Benedicto XVI, homilía, 11 de junio del 2012).

3. Incorporados en la Iglesia

El bautismo hace del cristiano un miembro de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, y por tanto participante de su misión en el mundo. El bautizado no está sólo y tampoco debe aislarse, pues forma parte del pueblo elegido, de la familia de Dios.

“La vocación cristiana es: vivir unidos a Cristo en la Santa Iglesia, partícipes de la misma consagración para desarrollar la misma misión, en este mundo, produciendo frutos que duran para siempre”. (Papa Francisco, Audiencia general, 9 de mayo del 2018).

“¡Queridos amigos, como es grande el don del Bautismo! Si nos damos cuenta realmente, nuestra vida se convertiría en un “gracias” contiínuo. (Papa Benedicto XVI, Ángelus, 11 enero del 2009)

No nos cansaremos, por tanto, de agradecer a Dios por nuestro bautismo, el más bello y magnífico de los dones divinos (cfr. S. Gregório de Nazianzo).

Elica Melo

Traducción: Marjori Small


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