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El remedio para el virus del orgullo es la virtud de la humildad

Que el Señor nos de la gracia de ser cada vez más como Él, que es manso y humilde de corazón.

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Iniciamos la Serie Especial sobre los vicios y las virtudes necesarias para combatirlos. Definimos lo que es el orgullo y cómo podemos identificarnos. Hoy mostraremos 5 consejos para combatir el orgullo y crecer en la humildad.

El libro del Eclesiástico recomienda: “No te juzgues muy hábil para tu trabajo, ni te vanaglories en tiempo de tu penuria. Es mejor un hombre que trabaja y vive en la abundancia que aquel que se vanagloria y carece de alimento.

Hijo, honórate con la modestia y apréciate según tu valor”. Continua, expresa la superioridad de los humildes sobre los orgullosos:

“el Señor derrumba el trono de los poderosos y sienta a los mansos en sus lugares. El Señor arranca de raíz a los orgullosos y planta los humildes en su lugar”. (Eclo 10,15-16)

En el Nuevo Testamento el Magnificat exulta que el Señor “exaltó a los humildes” (Lc 1,51) y Jesús exhorta a sus discípulos: “quien quisiera ser el mayor, sea el menor” (Lc 22,26); “quien quisiera ser el mayor que se haga siervo de los otros” (Mt 20,26).

La humildad es reconocida por los santos como una de las virtudes más importantes que existen y que más nos asemejan a Cristo, una vez que Él mismo reconoce “soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29).

5 consejos para combatir el orgullo y crecer en la humildad

1. Oración: basta contemplar el misterio del gran Dios que se hace carne para reconocer la belleza de la humildad.

Jesús es modelo más grande de humildad que existe, y sólo podemos asemejarle en aquello que conocemos y contemplamos, por eso, la oración es el primer paso para crecer en la humildad.

2. Identificar virtudes y defectos: la humildad no debe ser confundida con baja auto-estima.

La humildad presupone una justa estima de sí, una vez que la humildad es la verdad. Debemos buscar, en la oración, la verdad respecto de nosotros mismos, identificando tanto las virtudes cuanto los defectos.

3. Desea, pedir, aceptar y atesorar correcciones: el humilde quiere siempre crecer, sabiendo que sólo con la auto-percepción de sí mismo no progresará en la virtud.

Por eso, no sólo está abierto al ser corregido, sino que también lo desea, a fin de no permanecer en el engaño en lo que respecta a sí mismo.

Las almas humildes asimilan y atesoran las correcciones porque saben que estas son las que le llevaran a la perfección.

4. Realizar obras “en secreto”: en cuanto el orgullo desea ser visto por los otros, al humilde le basta ser visto [únicamente] por Dios, por eso, no huye de realizar actos virtuosos que nadie ve.

Nuestra capacidad y facilidad de realizar obras que nadie alaba es un gran “termómetro” de nuestra humildad.

5. No huir de las humillaciones: sólo se crece en la humildad siendo humillado.

Es en la humillación que mueren las ilusiones que creamos a respecto de nosotros mismos. Recordemos las palabras de Jesús: “aquel que se humilla será exaltado” (Mt 23,12).

No tengamos miedo de hacer cosas que nunca hemos hecho, incluso corriendo el riesgo de la exposición y de la humillación por la inexperiencia.

Esa será la gran oportunidad para aprender y crecer, que es el deseo del humilde.

Que el Señor nos dé la gracia de ser cada vez más cómo Él, que es manso y humilde de corazón.

 

Traducción: Manuel Quezada

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