Desde cuando tiempo estás en misión y cómo describirías tu vida misionaria?
Son ya 21 años que pertenezco a la Comunidad, recibí la gracia de vivir en misiones donde fui muy amada y en las que también amé mucho. En Brasil viví en Macapá-AP, Senhor do Bonfim-BA, Baixo Guandu-ES, Quixadá-CE. Afuera del Brasil estuve en Braga-Portugal. Tierras en las que dejé tantos amigos e hijos espirituales, con los que todavía mantengo contacto. Es gratificante volver a saber de ellos y percibir como hace el amor para dejó marcas, renovando mi consagración.
En el 2011 profesé mis votos perpetuos en el celibato y estoy muy feliz por ello ya que todos los días veo la mano del esposo que me ama, guiándome y por sobretodo cuidando de mí. Mi esposo es celoso y yo amo el modo con el que Él me ama. Es un amor palpable, real, que no tiene nada de utópico o sentimentalista; es otra cosa, algo vivo en mi carne, concreto en el sí de cada día.
Al inicio del 2018, la Comunidad me ha enviado a fundar una nueva misión en Lubango, Angola, luego de haber vivido en Braga por casi 11 años.
Todo cambio es rico de expectativas y ansias. Todos sentimos un gran deseo de partir, pero también nostalgia por lo que dejamos. No podemos resistir las lágrimas.
¿Cuándo llegaste a Angola? ¿Cuáles fueron las primeras impresiones?
Llegué a Angola el 29 de diciembre, llena de expectativas y el miedo a lo desconocido.
Creo que es imposible que alguien llegando (a Angola) no sienta un tanto de impresión por las condiciones en las que vive este pueblo. Asusta ver y tocar realidades, que hasta ahora sólo se veían en los noticiarios en la TV. En estos primeros días a Lubango comencé a entender el por qué estamos aquí.
Es como si sintiera a Jesús gritar: “Tengo sede y hambre de este pueblo, son mis hijos, ¡Tengo urgencia de consolarles!”
¿Cuál es tu perspectiva acerca del pueblo di Lubango?
Dios quiere, a través del Carisma Shalom y en unidad con la Chiesa, colaborar y atraer, principalmente a los jóvenes a sí. Estoy tocando la urgencia de Dios de atraer a sí hombres y mujeres que no conocen su amor; hombres, mujeres, jóvenes y niños que viven en un estado de extrema pobreza.
Es muy triste verse en torno y encontrar hijos de Dios, mis hermanos, que fueron despojados de sus derechos y de la dignidad que se le debe a todo el creado.
Mirando a este pueblo me recuerdo de aquel texto del Evangelio de Marcos 6, 34-44, en el que Jesús da de comer a una multitud de personas. Siento compasión, un gran deseo de hacer algo. No quiero ser la “salvadora de la Patria”, no. Quiero simplemente ser Shalom. ¿Y qué cosa significa ser Shalom? Ser ministro y discípulo de la Paz, seguir el maestro. Jesús siente compasión y actúa; es imposible no actuar. Es imposible no amar. Dios sufre. Y si Dios sufre, también nosotros, los consagrados, sufrimos. Pero no podemos perdernos en el sentimentalismo, mas aprender de Jesús. Él nos enseña a hacer planos y estrategias.
¿Cómo crees que tu vida misionera y el Carisma Shalom puedan ser una respuesta para la situación de este pueblo?
1 – Compasión (no asistencialismo), sin amor no lograremos donarnos a este pueblo, a los jóvenes;
2 – Enseñar, la falta de instrucción es muy grande, se requiere promover la formación humana, la higiene personal, los cuidados básicos, etc.;
3 – Formar grupos (en el Camino de la paz), pequeños grupos donde la experiencia con Jesús haga impulse una conversión profunda y significativa;
4 – Creer en ellos, darles responsabilidades: son ellos los protagonistas del nuevo tiempo.
Nuestro objetivo es principalmente los jóvenes, es muy lindo percibir sus ansias, deseos e sueños. No se diferencian en nada a los jóvenes europeos o americanos; aquello que los diferencia es la pobreza, la miseria en la que viven. Más aún con vulnerabilidad económica, el caos urbano, las drogas, la falta de prospectivas, etc., veo un pueblo que sonríe, baila, comparte, enseña; los jóvenes, negros, bellos, vanidosos, sedientos de vivir y de aprender.
Creo que me estoy ya enamorando de este pueblo. Pido a Dios la gracia de poder llorar con los que lloran, de sufrir con los que sufren, de alegrarme con los que se alegran, de amar, amar y amar.
¿Cuáles son tus expectativas y tus deseos en este nuevo desafío misionaria?
Tenemos mucho por hacer, mucho por conquistar, mucho por aprender en esta tierra angolana. Tengo muchos hijos por generar, muchos hermanos por acoger, muchos enfermos por sanar, muchas lágrimas por llorar y tantas sonrisas por dar.
No lograré salir adelante por mi sola, necesito de la oración, de ayuda. Hoy puedo decir que los angolanos no son un pueblo pobre que me es desconocido. Son mi pueblo, mis hermanos, mi gente.
Concluyendo con una frase de nuestros Escritos: “Señor no es fácil, pero yo lo deseo, yo lo quiero, yo voy”.
Benivalda Carvalho
Traducción: Manuel Quezada
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