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Shalom es una vocación con características específicas, que recibe influencia de la espiritualidad franciscana. Junto con Santa Teresa De Ávila, San Francisco de Asís es maestro de la vida espiritual de los miembros de la Comunidad Shalom. Camino seguro que la tradición mística católica presenta, la vida del santo inspira el deseo de corresponder al apelo expresado por él mismo, cuando gritó: “El Amor no es amado!”.

La verdadera Paz en las almas de los hombres y en el mundo sólo puede ser establecida si está basad en el amor incondicional, “esponsal”, a Jesucristo. Después de una auténtica experiencia de conversión, San Francisco pasó a seguir el Evangelio de manera radical, viviendo esa esponsalidad. Despojándose de todo lo que podía impedirlo a cumplir con la voluntad divina, él evidenciaba que Dios es el Amor por el cual vale la pena ofertar la propia vida.

Así como San Francisco, los miembros de la Comunidad también deben acoger los consejos evangélicos “pobreza, castidad y obediencia” como grandes regalos de Dios. La pobreza cuyo significado primordial es confiar plenamente en la providencia divina, la castidad que se revela en la pureza de corazón y la obediencia a la Iglesia son “las tres dadivas” recibidas por el santo y por las personas que poseen la Vocación Shalom.

Otra influencia de San Francisco en la espiritualidad Shalom se manifiesta en la elección del Tau como símbolo visible de la pertenencia de los miembros de la Comunidad a Dios y de la adherencia plena al Carisma.

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Vea aquí texto del fundador Moysés Azevedo: “San Francisco de Asís, baluarte de la Vocación Shalom”