Formación: San José, hombre de coraje y fe

San José fue un “padre” corajoso. Un “padre” que no fue mismo padre, pero que, no por eso, desistió de asumir la paternidad legal y amorosa de un niño, Jesús, el “hijo” generado en María, por obra del Espírito Santo (cf. Mt 1, 18 e 20). Conocemos poco de la educación que José dio a este “hijo”.

Pero, sabemos que, con María, cumplía las obligaciones de la Ley a respecto de los primogénitos y realizaba las peregrinaciones al Templo de Jerusalén. También puede tener enseñado a Jesús la profesión de “carpintero” y otras artes de agricultura y supervivencia necesarias en una aldea pobre y apartada como Nazareth.

Lo que más sabemos de Jesús dice respecto a los últimos tres años de su vida. Esto fue lo que los evangelistas contaran para anunciar la Buena Noticia de aquel hombre crucificado que ahora llamaban de “Señor” y Salvador.

También hoy no es fácil identificar cuanto y como la educación familiar fue, y todavía es, decisiva en la formación de la personalidad de cada persona. Hijos de los mismos padres, educados prácticamente de la misma forma, reacciona de manera diferente y tiene vidas muy variadas. Esto, sin embargo, no dispensa en absoluto los padres de esmerarse en la educación de sus hijos. Esto vale también a respecto de la fe.

Parece que hoy los padres tienen “miedo” de anunciar la belleza de esta fe en sus familias. Muchas veces enseñan a los hijos todo que les parece útil para vivir en el mundo de la tecnología, de las modas, de las músicas, de los bailes, de la sexualidad, pero poco o nadie comunican a respecto de la religión.

Me quedo en duda si los padres se avergüenzan de ser cristianos y católicos o mismo no conocen casi nadie de la riqueza y del don inestimable que es acreditar y seguir libremente la persona de Jesucristo, participando de su comunidad llamada Iglesia. Puede ser que tengamos “imágenes” y “biblias” en nuestras casas, pero no explicamos el porque. Por ocasión de ciertas festividades, como la navidad y la Pascua, substituimos los señales cristianos por otros símbolos fruto de el consumismo y de las modas.

¿Por qué tanto “miedo” en transmitir la fe a las nuevas generaciones? Lo que deberíamos tener es el “miedo” del vacío que dejamos o de los ídolos “modernos” que fascinan, pero engañan porque son manipulados y en el fin son descartados y olvidados. No en tanto están ocupando un lugar privilegiado en la “formación” (¿o “deformación”?) de las nuevas generaciones. Padres, precisamos todos tener más coraje en testificar nuestra fe, o por lo menos con el ejemplo, si nos faltan las palabras.

Dom Pedro José Conti, obispo de Macapá-Brasil.

Traducción: Larissa Moura