Papa Francisco: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”
En una entrevista concedida a dieciséis revistas jesuitas de varios países y publicada hoy, el Papa Francisco ofrece su visión sobre temas como el gobierno de la Iglesia, el ecumenismo, cuestiones morales o la experiencia cristiana, además de reflexionar sobre su condición de jesuita.
En esta entrevista el pontífice desvela mucho de su sentir como jesuita, de su pasado o de la espiritualidad ignaciana y además ofrece su visión sobre muchas cuestiones eclesiales como el gobierno de la Iglesia, las posibles reformas, el ecumenismo, las cuestiones morales o la experiencia cristiana.
Según el entrevistador, P. Spadaro, “ha sido más una conversación que una entrevista”. En ella, el Papa habla de sí mismo, de sus experiencias personales, sus preferencias literarias y cinematográficas, su modo preferido de orar… Confiesa, por ejemplo, que en su decisión de entrar en la Compañía de Jesús una de las cosas que valoró fue la vida en comunidad: “no me veía sacerdote solo”, dice el Papa. Y es éste también el motivo por el que decidió fijar su residencia en Santa Marta: “necesito vivir mi vida junto a los demás”.
Define el discernimiento como guía en su modo de gobernar y tomar decisiones, incluso aquellas que afectan a su vida más cotidiana: “Desconfío de las decisiones tomadas improvisadamente”, afirma el Papa, y advierte de que el discernimiento requiere tiempo: “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo de discernimiento”.
Sobre el modelo de gobierno para la Iglesia, apunta a la necesidad de diálogo y consultas: “Los consistorios y los sínodos, por ejemplo, son lugares importantes para lograr que esta consulta llegue a ser verdadera y activa. Lo que hace falta es darles una forma menos rígida. Deseo consultas reales, no formales”. Reconoce haber llegado a esa conclusión aprendiendo de dificultades vividas en el pasado cuando siendo muy joven y en un contexto difícil se convirtió en superior provincial: “Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos (…) Yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista (…) El Señor ha permitido esta pedagogía de gobierno aunque haya sido por medio de mis defectos y mis pecados”.
Sobre los jesuitas y la Compañía de Jesús, confiesa su admiración por el beato Pedro Fabro, jesuita saboyano compañero de San Ignacio de Loyola, por su “diálogo con todos, aun con los más lejanos”. Considera el Papa que “el jesuita debe ser persona de pensamiento incompleto, de pensamiento abierto” y que debe ser creativo y estar inserto en el contexto en que actúa y sobre el que reflexiona.
El Papa Francisco habla también en esta entrevista sobre la Iglesia y las posibles reformas a realizar. “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles”, afirma el Papa. “Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro”. “Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes”.
De este modo, reclama una Iglesia que salga de sí misma: “Busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.
El Papa destaca la imagen de la Iglesia como “pueblo santo, fiel a Dios” pues la dimensión comunitaria es esencial a la fe cristiana: “nadie se salva solo, como individuo aislado” sino que “Dios entra en esta dinámica popular”, en el entramado de relaciones interpersonales. En cuanto a la vida religiosa, el Papa subraya que “los religiosos son profetas”, una profecía que a veces “crea alboroto, estruendo” y que “anuncia el espíritu del Evangelio”.
No rehúye el Papa temas controvertidos como la cuestión de los cristianos que viven situaciones irregulares para la Iglesia, los divorciados vueltos a casar, parejas homosexuales, u otras circunstancias. El Papa pide tener siempre en cuenta a la persona: “Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”. Al mismo tiempo el Papa advierte de que “no podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos (…) Si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto”.
Preguntado sobre el papel de la mujer en la Iglesia, responde apostando por una mayor presencia femenina: “En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.
Sobre la experiencia cristiana y cómo buscar y encontrar a Dios, el Papa nos pide alejar las lamentaciones y encontrar a Dios en nuestro hoy: “el Dios concreto, por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios”. Al mismo tiempo pide una actitud de humildad: “Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien”.
Fuente: Revista Ecclesia