A palabra “Arcángel” significa “Ángel principal”, designando la importancia de su misión. El primero, entre ellos, es Miguel, cuyo nombre, del hebraico, significa “Quien como Dios”. Él nos trae el mensaje de unicidad de Dios contra el orgullo del dragón, revelando, por otro lado, la verdadera dignidad del hombre, que no es amenazada por el esplendor de Dios, sino que consiste exactamente en su reflejo en el mundo.
En el Antiguo Testamento, el profeta Daniel llama San Miguel como el “príncipe protector de los judíos”. Él es el príncipe de la milicia celeste, guerrero y protector de cada fiel y de toda la Santa Iglesia contra los enemigos terrenales e infernales. Vemos su lucha, descrita en el libro del Apocalipsis: “Escuché entonces un combate en los cielos: Miguel y sus ángeles combatían contra el dragón. También el dragón combatía, junto a sus ‘ángeles’, mas no consiguió vencer e no se encontró lugar alguno para ellos en el cielo (Ap 12, 7-8). Quien sometió al mal es nuestro aliado en la lucha cotidiana contra las fuerzas malignas y también guía las almas en el momento decisivo de la muerte.
‘Gabriel’ significa ‘Fuerza de Dios’ o ‘Dios es mi protección’. Su nombre está citado dos veces en las profecías de Daniel. Él es el mensajero por excelencia, fue él quien anunció el nacimiento de Juan Bautista y, aún más, el mayor de todos los anuncios: el nacimiento de Jesús a la Virgen María. Fue él quien escuchó el ‘fiat’ de María, a partir del cual el Verbo Divino se hizo carne. Habiendo anunciado a María y a los humildes pastores el gran misterio de Dios, el que se hace hombre, hasta hoy ese Arcángel nos habla del deseo que Dios tiene de encontrar también en nuestra vida e en nuestro corazón un espacio para acoger los ‘anuncios’ divinos para cada uno de nosotros.
Por fin, tenemos San Rafael, cuyo nombre significa ‘Dios curó’ o ‘Medicina de Dios’. Él aparece en el Antiguo Testamento en el libro de Tobías. Hay un sinnúmero de heridas que padece la humanidad, sobre todo el dolor de la ceguera, que impide al hombre de ver al proprio Dios, que de tantas maneras desea revelar Su amor fiel.
Camino de santidad
Incluso hoy en día no se presta la debida y necesaria atención a esa devoción. Ella se hace aún más urgente ya que vivimos en un tiempo donde se está perdiendo el sentido del sagrado, de lo espiritual y de lo divino; siendo ella misma también la respuesta providencial de Dios a las necesidades de la humanidad. Los ángeles son, de esta forma, una señal de la presencia de Dios, de su atento y constante cuidado. Estando delante de Dios, tan próximos a Él, ellos puede revelarnos Su voluntad, Sus pensamientos, a fin de que esos mensajes nos auxilien en nuestro camino de santidad.
Dejémonos guiar por esos instrumentos de Dios en nuestra vida, ya que cómo afirmaba San Juan Pablo II, “los ángeles existen, son enviados por la Divina Providencia, para que ayudarnos a alcanzar la santidad de la vida”.
Padre Rômulo dos Anjos
Traducción: Manuel Quezada