Hay una diversidad cultural muy grande en Tierra Santa. Filipinos, rusos, alemanes y muchos otros pueblos conviven juntos en el mismo lugar. Hace 18 años, la Comunidad realiza trabajos de evangelización en la región, pero sólo hace 7 que cuenta con un Centro de Evangelización. Y en abril de este año, la Obra Shalom obtuvo una nueva dirección donde funcionan cinco grupos de oración – cuatro en árabe y uno en hebreo.
Al frente de las acciones misioneras, hay seis miembros de la Comunidad de Vida y siete de la Comunidad de Alianza, dos brasileños y cinco árabes. Marcelo Davi coordina las actividades de la misión en la región. Él comparte que la Obra ha crecido porque es grande el deseo que la gente tiene de Dios. De acuerdo con el misionero, las diferencias culturales no representan barreras para anunciar a Jesucristo.
“Para allá correrán todas las gentes en el Monte de Sión“, comenta Marcelo, citando las Sagradas Escrituras. Él explica que la evangelización en Tierra Santa sucede de persona a persona. En relación a los grupos de oración, el consagrado dice que las reuniones se realizan como en Brasil. “La misma alabanza Shalom, la misma apertura al Espíritu Santo, el Camino de la Paz, todo en la dimensión propia de la región“, puntualiza. Incluso existen canciones y libros de la Comunidad en la lengua árabe de acuerdo con el responsable local.
La vocación va tomando forma
Para el misionero, que es célibe, ver los árabes adheridos al Carisma Shalom es una gran gracia. “La gente percibe que la vocación va tomando forma“, subraya. Marcelo dice además que escucharles a ellos hablando de Amor Esponsal y de Obra Nueva da escalofrío. “La gente mira y desea ser consagrados como nosotros“, añade. Ante todo esto, el consagrado afirma que la responsabilidad es grande y por ese motivo hay que buscar cada vez más la santidad.
Marcelo también indica que el asesoramiento es uno de los servicios de la Comunidad más buscados. “Ellos creen mucho en nuestra oración como misionero a punto de llamar por las mañanas, cuando estamos rezando, para pedir intercesión por exámenes de habilitación, entre otros“, cuenta.
Los jóvenes en Tierra Santa
Los jóvenes de Israel son muy diferentes entre ellos. Sin embargo, tienen los mismos anhelos. Ellos buscan la felicidad, buscan algo nuevo. Algunos tienen planes y proyectos para el futuro, otros todavía no piensan en ello. “Lo que me encanta mucho en ellos es la capacidad de acogida“, comparte Marcelo.
Él comenta que los jóvenes son abiertos a lo diferente porque conviven mucho con culturas distintas. Por otro lado, preservan sus tradiciones y costumbres familiares. En la Obra, hay dos grupos de oración de jóvenes. “Ellos me dan una alegría muy grande“, destaca.
Región de conflicto
En general, Marcelo explica que no es tan nítida en el país entero la situación de conflicto que Israel vive. Sin embargo, reconoce que existen zonas más delicadas en las que la confrontación es bastante acentuada. El misionero revela que también está muy presente el conflicto en la vida de las personas, pues muchas no se sienten identificadas con por la nacionalidad, sino a partir de su raza, religión o cultura.
Primer impacto
Cuando el misionero llegó al país, sufrió el gran impacto en relación a la cultura. Él necesitó aprender la lengua, las costumbres e incluso a participar en la misa en el rito melquita. “No sabía nada, no sabía lo que era lectura, lo que era homilía. Sólo sabía que era la comunión porque la gente iba a recibir a Jesús“, relata. Para él, la experiencia fue sentirse ser niño de nuevo.
“Uno que estaba en Brasil haciendo muchas cosas, llega allí y no consigue hacer nada, solo creer“, afirma. Después de seis meses, coordinó la primera oración comunitaria. Con todo escrito en un cuaderno para no errar, por supuesto. Pero aun así una que otra palabra acababa causando extrañeza y risa en los participantes. “A ellos les gusta que la gente se esfuerza para aprender su lengua y por eso sienten el deseo de ayudarnos a aprender”, atestiguó.
Traducción: Javier Kovacs
Revisión: Manuel Quezada