SH: ¿Qué significa ser misionera?
Ser misionera es dejar la propia tierra e ir donde Dios te envía, amar el la gente que Él ama y que nos confía. Soy de San Luís-MA Brasil. Tengo 9 años de vida misionera, ya pasé por varias ciudades de Brasil. Actualmente vivo en la misión de Maputo – MOZ.
Me Siento muy realizada y feliz viviendo en esta misión tan linda que Dios me confió. Hoy puedo decir con toda la certeza de mi corazón que ¡vale la pena ser una joven consagrada a Dios!
SH: ¿Cuáles fueron tus primeras impresiones acerca de la gente?
Cuando llegué en esta tierra de misión, percibí la alegría contagiante del pueblo que, incluso en el sufrimiento, nunca perdió la esperanza. Veo, sin embargo, que existe el riesgo de no creer en el proprio potencial y en los propios talentos, y no poder desenvolverlos debido a la pobreza en la que viven.
SH: ¿Cuáles son los principales desafíos en esta tierra de misión?
Los grandes desafíos que veo son la desigualdad social y la degradación moral. El costo de la vida es muy alto: medicamentos, comida… y eso favorece que muchas personas vendan su cuerpo en vista del proprio sustento. Eso entristece el corazón de Dios.
SH: ¿Qué tipo de actividades y experiencias realiza la Comunidad Shalom en el país?
Lo que ofrecemos es la experiencia con Dios y también la ayuda a en el devolver la dignidad de quien la perdiera. Por eso, promovemos Seminarios de Vida en el Espíritu Santo, grupo de oración para jóvenes, programas en la radio, acompañamiento de personas portadoras de VIH, asistencia a niños en situación de riesgo.
También trabajamos en el hospital psiquiátrico, con cursos de cura interior y de consagración a Nuestra Señora. Realizamos actividades con sin-techo; damos formaciones fuera de la comunidad y todos los jueves tenemos Adoración al Santísimo abierta al público.
SH: ¿Que frutos ya consigues ver en esta tierra a partir de la oferta de tu vida?
Uno de los grandes frutos es ver que la gente vive la experiencia de Dios, es poder tocar en la vida de las personas que muchas veces no tienen nada para comer, vestir, pero que son portadores de una profunda fe y alegría. Los frutos son muchos, en la vida de la gente y en la mía. En resumen, pueden decir que nosotros, africanos – porque me siento parte de este pueblo – somos portadores de una profunda fe. Este es la gran diferencia de este pueblo, y me enriquece mucho.
Traducción: Manuel Quezada
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