Una comunidad renacida en el Espíritu Santo busca la armonía y es paciente en los sufrimientos. Es lo que ha afirmado Papa Francisco en la misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta. El Papa ha advertido que los cristianos no deben acumular riquezas, sino ponerlas al servicio de quien tiene necesidad, como hacía la primera comunidad guiada por los Apóstoles.
¿Qué frutos produce el Espíritu Santo en una comunidad? Papa Francisco ha hablado en su homilía de la cita de los Hechos de los Apóstoles que describe la vida de la primera comunidad de los cristianos.
El primer signo es la armonía: “La comunidad renacida o de los que renacen en el Espíritu Santo tiene esta gracia de la unidad, de la armonía. El único que nos puede dar armonía es el Espíritu Santo, porque también Él es armonía entre el Padre y el Hijo: es el don que crea la armonía. El segundo signo es el bien común, es decir;: ‘Ninguno entre ellos tenía necesidad, nadie consideraba como suyo lo que le pertenecía’ estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos eran ricos pero al servicio de los demás. Estos son dos signos de una comunidad que vive en el Espíritu”.
Esto, destaca el Papa, es una cita “curiosa” porque “enseguida comenzaron” los problemas en el seno de la comunidad, por ejemplo la entrada de Ananías y Safira que intentaron “engañar a la comunidad”.
“Estos son los dos patrones de los benefactores que se acercaron a la Iglesia, entraron para ayudarla y usar a la Iglesia para sus propios asuntos, ¿no?”.
“Después se dieron las persecuciones que fueron anunciadas por Jesús. La última de las bienaventuranzas de Mateo: ‘Beatos cuando os insulten, os persigan por mi causa… ¡alegraos!’. Y se leen muchas persecuciones así de esta comunidad. Jesús promete esto, promete muchas cosas bellas, la paz, la abundancia: ‘Tendréis cien veces más pero con persecución’”.
En la primera “comunidad renacida del Espíritu Santo, recuerda Francisco, hay esto: la pobreza, el bien común pero con problemas dentro y fuera”. Problemas internos, como los “de la pareja de negociantes, y fuera, las persecuciones”. Pedro, sin embargo, dice a la comunidad que no se sorprendan por estas persecuciones, porque “es el fuego el que purifica el oro”. Y la comunidad renacida por el Espíritu Santo se purifica precisamente “en medios de las dificultades, de las persecuciones”.
Hay, por tanto, un tercer signo en una comunidad renacida: “la paciencia en el soportar, soportar los problemas, soportar las dificultades, soportar las murmuraciones, las calumnias, soportar las enfermedades, soportar el dolor” de la pérdida de un ser querido.
No acumular riquezas, pero administrarlas por el bien común. La comunidad cristiana, afirma de nuevo, “hace ver que está renacida en el Espíritu Santo cuando es una comunidad que busca la armonía”, no las divisiones internas; “cuando busca la pobreza”, “no la acumulación de riquezas para sí, porque las riquezas se ponen al servicio”. Y cuando “no se enfada enseguida ante las dificultades y se siente ofendida” porque es paciente como Jesús:
“En esta segunda semana de Pascua, durante la que celebramos los misterios pascuales, nos hará bien pensar en nuestras comunidades, ya sean diocesanas, parroquiales, familiares o más, y pedir la gracia de la armonía que es más que la unidad –la unidad armónica, la armonía que es el don del Espíritu- de pedir la gracia de la pobreza –no de la miseria. La pobreza ¿qué significa? Que si yo tengo algo debo administrarlo bien por el bien común y con generosidad. Y pedir la gracia de la paciencia”
Que el Señor, concluye, “nos dé a entender a todos nosotros hemos recibido la gracia del Bautismo solo nosotros, sino también toda la comunidad”.
Fuente: Aleteia