Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En las catequesis anteriores hemos podido evidenciar como Iglesia tiene una naturaleza espiritual: es el Cuerpo de Cristo, edificado en el Espíritu Santo. Cuando nos referimos a la Iglesia, sin embargo, inmediatamente el pensamiento va a nuestras comunidades, a nuestras parroquias, a nuestras diócesis, a las estructuras en las que normalmente nos reunimos y, obviamente, también en el componente y en las figuras más institucionales que la rigen, que la gobiernan. Esta es la realidad visible de la Iglesia. Debemos preguntarnos, entonces: ¿se trata de dos cosas distintas o de una única Iglesia? Y, si siempre es la única ¿cómo podemos entender la relación entre su realidad visible y la espiritual?
Antes que nada, cuando hablamos de la realidad visible de la Iglesia, no debemos solo pensar en el Papa, en los obispos, en los sacerdotes y en las personas consagradas. La realidad visible de la Iglesia está constituida por muchos hermanos y hermanas bautizadas que en el mundo creen, esperan y aman. Muchas veces escuchamos: “La Iglesia hace esto o no hace lo otro…” pero ¿quién es la Iglesia? ¿los obispos, los sacerdotes, el Papa…? La Iglesia somos todos, todos los bautizados somos la Iglesia, la Iglesia de Jesús.