“Es increíble el amor y la misericordia de Dios con nosotros, como nos conduce por el camino de su voluntad para mostrarnos sus favores. El tiene algo especial para cada uno de nosotros . En su camino son validas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
Me llamo Tania Acosta, tengo 17 años y por la grandeza de Dios soy vocacionada de la Comunidad Católica Shalom en Paraguay.
Dios me conquisto de una manera sorprendente, pues yo ya lo conocía pero solo de forma superflua.
Desde muy pequeña iba planeando como seria mi vida, proyectos, trabajo, familia, sin darle mucha cabida a Dios.
A medida que fui creciendo nunca me dejo sola a pesar de mis faltas, me aparto de muchas cosas que podrían haberme hecho daño y me guardo para lo que me tenia preparado.
“Bendita la crisis que te hizo crecer, la caída que te hizo mirar el cielo y el problema que te hizo buscarle a Dios” esta frase expresa claramente como fueron mis primeros pasos hacia El, pero como ya había mencionado nunca me dejo sola. Fue así que hace 4 años atrás me regalo la amistad de una persona muy especial, alguien que me escuchaba, comprendía e inducia a ser mejor, me regalo un amigo que en muchas ocasiones fue mi soporte y modelo a seguir.
Dios nos mantuvo juntos todos estos años a pesar de las circunstancias en que cada uno vivía, fue hasta entonces que en nuestros corazones planto el deseo de caminar juntos.
Al principio no fue fácil debido a los obstáculos que se nos presentaron pero no fueron excusa para distanciarnos, pues la voluntad de Dios es tan fuerte que te atrae inconscientemente. En este tiempo fue que comprendí cuanto nos amaba Dios, y que sin merecer nada de lo que nos estaba dando ya lo teníamos.
Las oraciones juntos fueron nuestra guía tratando de escuchar lo que El quería decirnos y a pesar de los errores siempre nos miro con amor y misericordia.
La caminata es algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados, hubieron momentos en los que también se puso en juego la fe y esto aumentaba a medida que pasaba el tiempo y no veía los frutos que prometia, pero todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora, y así llego el tiempo nuevo del noviazgo.
Estoy agradecida con Dios por darme como regalo a Fede, por plantar en mi corazón el sentimiento de amarlo a pesar de lo que se presente. Aunque vivamos una obra de abandono sin saber que nos depara el mañana tenemos fe y confianza en que todo obrara para bien.
El amor no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad, perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. 1Co 13, 6-7″.
Testemonio de noviazgo: Tania Acosta, joven vocacionada de la Obra Shalom de Asunción-Paraguay