La expresión puede parecer redundante, pero expresa aquello que experimentaron los sesenta y tres jóvenes reunidos en el Restart de invierno. El evento, realizado desde el 30 de diciembre al 2 de enero en Nocera, Umbra (Italia), propuso a los jóvenes un cambio de año diferente, en medio a momentos de oración, formación, convivencia fraterna y peregrinación a Asís.
Habitualmente, el cambio de año está marcado por los recuerdos de lo que se vivió en el año que pasó y por los propósitos llenos de esperanza para el nuevo año que está por llegar. Mas, seguramente, vivir todo eso en medio a una fuerte experiencia con Cristo Resucitado es incomparable, como afirman los participantes.
“Llegué con una gran sed y puedo decir que fui saciado. Vuelvo a casa con la conciencia de que esta experiencia traerá, con el tiempo, sus buenos frutos” declaró Manuel Pasquino, de 26 años. Gabriela Loana fue al Restart por la invitación de un amigo y no se arrepintió: “Pensé que sería el mejor modo de concluir el viejo año e iniciar uno nuevo en la presencia de Dios, precisaba claridad sobre mi vida y sobre las decisiones que debo tomar en este nuevo año. Llegué con mucha expectativa y sabiendo que Dios no me decepcionaría. Mas, para mi sorpresa, esos días fueron mucho más abundantes de lo que podría haber imaginado o esperado”
Un aspecto muy resaltado por los participantes fue la intensa convivencia fraterna. “Llegué al Restart conociendo apenas a tres personas. Sin embargo, retorno a casa con tantos amigos que experimento el sentimiento de haber encontrado una familia”, comenta Gabriela.
Comenzar un año nuevo en el Restart fue importante también para los misioneros de la Comunidad Shalom. Estos tuvieron la oportunidad de servir a los jóvenes participantes, de oirlos y testimoniar la propia amistad con Dios.
Así
tuvo inicio no solamente un año nuevo en la vida de tantos jóvenes, sino una verdadera vida nueva, gracias al encuentro con la alegría y la potencia del Evangelio.