Shalom

Shalom, Boston

La ciudad conocida por albergar grandes centros de innovación e investigación a los que acuden jóvenes de todo el mundo, acogió hace ocho años a los primeros misioneros de Shalom

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Boston es una ciudad que concentra las miradas del mundo; sus grandes parques tecnológicos, universidades de renombre y el gran número de jóvenes le otorgan un lugar destacado entre las principales ciudades del mundo.

Hace ocho años, gracias a la mediación de dos sacerdotes, el carisma Shalom llegó a Boston. Después de participar en eventos y acompañar el trabajo de evangelización de la Comunidad Shalom en la misión de Fortaleza, tuvieron el deseo de exportar la novedad del carisma y la “parresia” que marca sus acciones evangelizadoras para los jóvenes a la ciudad de Boston.

Primera piedra de la misión: las familias misioneras

Los inicios de la fundación estuvieron protagonizados por las familias misioneras de la Comunidad de la Alianza Shalom. Unas cuatro familias formaron el primer núcleo de la comunidad en Boston y buscaron dedicarse a testimoniar el carisma de Paz en su trabajo y a través de pequeñas iniciativas de evangelización.

La actividad misionera cobró nuevo impulso con la llegada de los misioneros de la comunidad de vida. Rainara Santos, una de las primeras misioneras de la misión, testimonia: “Lo que la marcó desde el principio fue la acción de la providencia de Dios. La experiencia de que Él nos quería allí. Una gran señal para mí fue la gran fecundidad y, por otro lado, nuestra pobreza. No tardó en acercarse la gente, en crearse, como nos gusta decir, un pueblo en movimiento que habiendo experimentado el amor de Dios, se convirtió en otros evangelizadores”.

Las primeras vocaciones a la Comunidad Shalom, marcaron un nuevo tiempo de arraigo y creatividad apostólica. Las iniciativas de evangelización, así como el propio proceso de planificación de las acciones comenzaron a ser lideradas ya por los “dueños de casa”, como recuerda Rainara.

Fiesta, deporte y novedad evangélica

Un aspecto que llamó la atención fue la presencia de jóvenes misioneros y de familias comprometidas con la evangelización.  El primer seminario sobre la vida promovido, después de un año y medio más o menos, ya contó con una gran participación.

Me parece interesante, porque siempre se piensa que Estados Unidos es un lugar difícil para evangelizar”, declaró el misionero. Muchos nos contaron cómo se habían sentido acogidos, en el seno de una familia de la comunidad.

En los últimos cuatro años las acciones han empezado a ser un poco más atrevidas. En una evangelización que aparentemente no funciona, pero que da muchos frutos. Además de esto, una de las mayores acciones hoy en día es el voleibol que tiene lugar semanalmente en una de las universidades. Los primeros partidos se jugaban con unas ocho personas, hoy necesitamos cuatro canchas. El deporte y el testimonio del Evangelio abren las puertas de la fe a los que estaban lejos.


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