Testimonio

Si no fuera por Ella

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Oração a Nossa Senhora de Guadalupe

 

Mucho antes de tener alguna experiencia del amor de Dios, fue la Virgen María quien primero se comunicó conmigo. Yo, como muchas jóvenes, hice mi confirmación queriendo conocer a Dios, pero solo a Él, nada de María. En la confirmación había aprendido ciertas cosas teóricas, pero no tenía la valentía para cambiar mi vida de pecado y menos aún tenía una vida de oración.

El tiempo fue pasando y me olvidé de Dios, hasta que cometí un pecado gravísimo. Yo a los 17 años aborté. Para ese entonces solo pensaba que había tomado la mejor decisión, era como si quisiera convencerme de ello. Mientras más pensaba así, no quería saber nada más de Dios. No podía orar o hablar con Él. En conciencia plena, había hecho algo que Él aborrece, así que lo dejé de lado. Durante esta larga lejanía de Dios me fueron ocurriendo una serie de cosas que hasta me da vergüenza comentar. Por las noches comenzaba a sentir un peso enorme sobre mí y un frío que no sé cómo explicar. Todo esto me hacía entrar en pánico.

Con frecuencia tenía pesadillas, no había noche en la que no tuviera una. Si no eran las pesadillas, era una fea sensación como si alguien estuviese a mi lado queriéndome tocar. No bromeo, así estuve mucho tiempo. Cuando estas cosas ocurrían, yo quedada congelada, sin poder pronunciar palabra alguna. Hasta que, por fin, llegó el día que marcó la diferencia. Realmente, yo sentía que ya no podía más, aún me parece increíble, que lo primero que mi mente o alma se atrevió a gritar en pleno sueño fue: “Dios te salve María”, luego de eso desperté y recé un Avemaría.

Cada noche seguía siendo una batalla. Pero, solo tenía que decir en mi sueño “Dios te Salve María” para despertar y sobre todo para ya no sentir esa presencia extraña, luego rezaba un Avemaría.

Está claro que fue ella quien me hizo acercar a Dios. ¿Cómo no voy a amar a mi Madre del Cielo? Si ella siempre estuvo en la batalla diaria por mi alma. ¿Cómo no voy a estar agradecida con ella? Si cuando volví al rebaño de Dios, ya con una experiencia de su amor, sentí su dulce voz que me dijo: “Sigue a mi hijo”.

Tengo muchos favores concedidos por Ella. Y estoy muy que segura que mi conversión se debe a los rosarios que rezan las monjitas en intercesión por los jóvenes; estoy segura que la Virgen escuchó sus súplicas y yo ahora tengo una vida en Cristo, mi Amado.

 

Testimonio de autora anónima

 


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