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Solo Dios es Bueno

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SOLO DIOS ES BUENO                     jesusyeljovenrico

El joven del evangelio hizo una pregunta que podría ser expresada, en el lenguaje de nuestro tiempo, del siguiente modo: “¿Cómo hacer para que mi vida tenga sentido y valor?” La respuesta no puede ser rápida ni superficial, porque en relación a toda la vida, a la totalidad de la vida humana. Llamado “buen maestro”, Cristo deja ver que su bondad da testimonio de Dios, que es el Bien Supremo. Este es el punto central de toda la respuesta al joven rico y da respuestas a todas las indagaciones fundamentales sobre el valor y el sentido de la vida. Cristo lo refiere todo a Dios, de quien cada uno es imagen y semejanza. Así, ningún ser humano puede comprenderse a sí mismo, ni auto realizarse, sin tener a Dios como centro de su vida.

1.      NUESTRA ALEGRÍA ES DIOS

En el Evangelio, Cristo comienza su respuesta declarando que sólo Dios es bueno. Solamente en Dios todos los valores tienen su fuente primera y su complemento final. Él es el Alfa y el Omega, el principio y el fin (Vea Ap 21,6). Sólo en él los valores humanos pueden ser confirmados como auténticos o no. En Dios se encuentran todas las riquezas. Él es la belleza que excede a todas las bellezas. En Él encontramos todo aquello que ansiamos y que tantas veces buscamos en cosas, personas, lugares que no nos lo pueden dar porque no lo tienen. Necesitamos descubrir la santidad, la bondad, la misericordia de Dios. Necesitamos comprender que Él nunca nos destruye sino que nos eleva respetando nuestras características personales. Necesitamos comprender que Dios no es nuestro enemigo, aquel que siempre está evitando que hagamos las cosas que queremos hacer. Muchas veces lo colocamos fuera de nuestra existencia porque nos parece una amenaza. Dios no viene a quitarnos nuestra alegría, nuestro placer, que echa agua fría en nuestras vidas, al contrario, es Dios quién condimenta nuestras vidas con un sabor delicioso porque es un sabor auténtico. Nosotros perdemos la gracia de disfrutar de la amistad de Dios porque escogemos otras amistades para nosotros. Sólo Dios es bueno, de modo que el valor fundamental de su vida está depositado en cualquier ser humano, esté sano, enfermo, o esté enfrentando cualquier tipo de problema. Dios habita en la persona y la creó de forma única, irrepetible, a imagen y semejanza suya. En Dios reside la plenitud de la bondad. Sólo Él es la fuente de felicidad perfecta para el hombre.

Precisamos descubrir una profunda fascinación por Dios, si esta fascinación ya existiera en nuestro corazón basta con que la dejemos aflorar como afloró en el corazón de la Amada del Cántico de los cánticos. Necesitamos descubrir la bondad de Dios y disfrutar de ella en nuestras vidas, dejarnos impregnar de esa bondad. Muchos sufren porque nunca han experimentado el amor de Dios, nunca se sentirán amados por Él, por eso sus sentimientos son sombríos, sin brillo ni color. Precisamos descubrir la fuerza del amor de Dios en nuestras vidas. Esta fuerza es verdadera, este amor alcanza el cielo y la tierra entera, nos hace más bellos, más fuertes, diferentes. No podemos tener a verdadera vida si no experimentamos ni confiamos en que Dios nos ama, aunque seamos los más pecadores.

Siempre nos hablaron de las cosas que teníamos que ofrecer a Dios, pero nunca nos dijeron que antes Dios tiene mucho que ofrecernos, que antes, mucho antes de que nosotros lo amáramos Él ya nos amaba. Siempre se nos habló de las renuncias, las mortificaciones que teníamos que hacer, pero nunca nos dijeron que antes Dios perdió su vida por nosotros, que sacrificó su vida por nosotros, que murió en una cruz por nosotros. El evangelio es el anuncio de que estamos “bajo la gracia” de Dios. Necesitamos tener ánimos nuevos en relación a nuestras vidas, una esperanza nueva, un sentimiento nuevo, porque Dios ama y eso es maravilloso. El amor de Dios nos persigue, nos busca, viene a nuestro encuentro desde siempre, nos envuelve en un abrazo lleno de ternura y amor. Esta es la grande novedad que Jesús vino a traernos: ¡DIOS NOS AMA! Nada debe perturbar nuestro corazón ni apartarlo de esta certeza, ni siquiera nuestros pecados y flaquezas, “que Dios nos ama y nos ofrece, hoy mismo, su paz y su gracia como fruto de amor” (Cantalamessa). Sólo podremos derretir el hielo de nuestro corazón, doblar la dureza de nuestra cabeza de hierro con el fuego del amor de Dios. Entonces soportaremos todo porque “todo se puede soportar cuando nos sentimos realmente amados” (R. Cantalamessa).

“Lo más importante no es que el hombre ame a Dios, sino que Dios ame al hombre y lo ame primero, en esto consiste el amor, no fuimos nosotros los que amamos a Dios, es él quien nos ama. Necesitamos invertir posiciones, primero viene la gracia, después el mandamiento. Todo lo que el Señor hace por nosotros, todo, es amor, incluso cuando pasamos por provocaciones y sufrimientos. Dios nos ama. Jesús gritó al mundo: “Dios os ama” (Jn 16, 27). La mayor acción del demonio es llevarnos a desconfiar del amor de Dios, poner en duda el amor de Dios por nosotros, aunque nos encontremos en los momentos más duros de nuestra vida, al contrario, precisamos descubrirlo escondido en el sufrimiento, la decepción, las fatigas y luchas y decir en un acto de fe: “Señor no te entiendo, pero confío en ti, confío en tu amor por mí. Sé que eres bondad y solo quieres mi bien. Te cuesta mucho verme sufrir, pero solo permites el sufrimiento cuando es el único camino para volver a Ti. Ahora estoy libre para amarte, porque confío en tu amor” (R. Cantalamessa).

 

  1. NUESTRA META ES DIOS

Si no colocamos los valores sobre Su luz, fácilmente podemos confundir el mal con el bien. Esto acontece hoy donde Dios no es considerado en las apreciaciones sobre cómo actuar. En Dios está el bien, pero en el mundo se insiste en buscarlo fuera de Dios, en nosotros mismos, en los otros, en los bienes, en el sexo, en las drogas, en las fiestas en el dinero…Jesús al revelar que sólo Dios es bueno, nos revela que si queremos alcanzar el bien para nuestras vidas debemos dirigirlas en todo a Dios. Si comprendemos que en nosotros mismo se encuentra la fuente y el fundamento de nuestras vidas debemos comprender que todo esto viene de la presencia de Dios en cada uno de nosotros. Por esto ocurre que el hombre, sin Dios, no puede comprenderse a sí mismo, y sus caminos no pueden conducirlo para la auténtica realización. Jesús vino al mundo para hacernos conscientes de eso.

En el Evangelio de Marcos 10 Jesús responde que solo Dios es bueno porque había sido llamado “buen maestro”, de acuerdo a la narrativa de Mateo 19, 16-22, un joven había preguntado qué tenía que hacer para tener vida eterna, a lo que Jesús le respondió con otra pregunta: ¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? Sólo uno es bueno… (Mt 19,17). El mensaje fundamental de todas las narrativas es el mismo: ya que todo lo bueno proviene de Dios, preguntar sobre lo que es bueno y sobre el bien es siempre referirse a Dios, plenitud de la bondad. “Aquello que el hombre es y debe hacer se manifiesta en el momento en que Dios se revela a él a través de la persona de Jesús. El bien consiste en reconocerlo como finalidad de su vida, y de hecho, pertenecer a Dios, obedecerle, caminar con Él.

Los jóvenes precisan colocar su juventud sobre la voluntad del Señor, todo lo que ella conlleva debe ser colocado a la luz de Dios. Los jóvenes sólo serán jóvenes auténticos cuando sus vidas estén conforme a la voluntad de Dios. Los jóvenes tienen grandes expectativas de vida, muchas posibilidades, experimentan un gran vigor, una gran fuerza, sueñan alto, todo eso es propio de la juventud y es muy bonito y de una gran riqueza para toda la humanidad, sin embargo todas estas cosas deben ser canalizadas hacia Dios o sino correrán el riesgo de utilizar esta fuerza, este vigor, estas muchas posibilidades en cosas que solo las destruirán. “¿De qué sirve que un joven gane el mundo entero si pierde su alma?, ¿será que cuando Jesús vuelva encontrará la fe en la juventud?, ¿será que encontrará la juventud conforme a su Padre la creó? Dios no quiere destruir el vigor, la fuerza, las posibilidades de la juventud, porque fue el mismo quien creó todo eso, pero desea que esta use todo eso para su engrandecimiento y el engrandecimiento de toda la humanidad, para su bien y para gloria de Dios.

Dios desea manifestar su amor también a través de todas las características que posee la juventud, Dios desea que el mundo conozca el vigor, la fuerza de su amor a través del vigor y la fuerza de la juventud. Dios desea manifestar el verdadero placer, la verdadera alegría creada por Él a través de la juventud. ¿Será que la juventud está siendo canal auténtico de Dios en un mundo tan lleno de flaquezas y tristezas?, ¿será que con la vida de los jóvenes el mundo está recibiendo el amor de Dios?, ¿será que a través de la vida de los jóvenes de hoy el mundo está recibiendo la paz de Dios?, porque los adultos esperan que los jóvenes sean canales de las gracias de Dios para ellos. Cuantos jóvenes son instrumentos de Dios para sus propios padres, cuántos son la fuerza y ejemplo de esperanza, de confianza en un mundo diferente para sus propios padres. Cuántos jóvenes son la alegría, el incentivo para la vida de santidad de sus propios padres. Los jóvenes poseen un carisma especial de Dios para el mundo, si ellos no manifiestan este carisma no habrá posibilidad de recibirlo ya que sólo ellos lo poseen. Los adultos tienen un “carisma” para transbordar el mundo, por supuesto que sí, pero no es igual que el de los jóvenes.

Así la conducta de un joven, “que está relacionada con la gratuidad del amor de Dios, es llamada a reflejar su gloria”. “Para quien ama a Dios, le basta agradar a aquel que ama, una vez que no debe buscar ninguna otra recompensa mayor que el propio amor, la caridad, de hecho, proviene de Dios de un modo tal que el propio Dios es amor (…). La afirmación de que solo uno es bueno nos reconduce a la primera tabla de los mandamientos, que invita a reconocer a Dios como Señor único y absoluto y solo prestarle culto a Él por su santidad infinita. El bien consiste en pertenecer a Dios, obedecerlo, caminar humildemente con él, practicando la justicia y amando la piedad (…) El cumplimiento de la voluntad de Dios es un don, una gracia que Dios derrama en los corazones de los hombres. Dios no solo indica el camino para la liberación del hombre, que es el propio Dios, sino que va más allá, le da además la capacidad de seguir el camino y esto se concretiza en Jesús. Después de la venida de Dios al mundo, un joven puede vivir su juventud totalmente según la voluntad de Dios y esta no será nunca un peso para él porque el Señor le ofrece “sus alas”, que son propias del Espíritu Santo, para que la cargue libremente.

 

 


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