¿Cómo no alabar a Dios por todo lo que he vivido en la Misión de Santiago? He sido muy amada por Dios en esta tierra, he recibido mucho más de lo que he dado. Aquí acogí el don que es la misión, la Voluntad de Dios, las gracias y desafíos del tiempo de postulantado. Aquí aprendí a acoger y amar a un pueblo nuevo, a una cultura nueva; y fui acogida y amada por cada uno de ustedes.
Alabo y bendigo a Dios que por Su inmensa bondad me ha escogido como Comunidad de Vida y me ha permitido vivir este tiempo de gracia en la misión de Santiago. No existen palabras que puedan expresar con fidelidad todo lo que pasa en mi corazón al recordarme cada rostro, cada momento, cada pequeño detalle que hicieron toda la diferencia en mi vida. En mi mente ahora surgen tantos recuerdos bonitos que llenan mis labios de alabanza: los seminarios, el campamento, los grupos de oración, la sandwichería, la misión en San Pedro de Atacama…¡cuántos regalos de Dios!
A lo largo de estos meses pude percibir que Santiago fue la respuesta de Dios a la sed de mi corazón de entregar la vida por amor a Él. Todo valió la pena, cada día, cada minuto, cada segundo…todo ha sido como Dios quiso. He entregado mi vida y por eso fui inmensamente feliz, plenamente realizada. Por eso les digo: no tengan miedo de decir sí a Dios, de depositar las vidas de ustedes en Sus manos, porque Él hace que todo valga la pena. Él da sentido y alegría, Él da plenitud. Como ya dije algunas veces: la vida en Jesús es una fiesta sin fin.
Alabo a Dios por mantenerme y guiarme cada nuevo día. Doy gracias por cada cosa que viví, por cada persona que conocí, evangelicé y amé, por la Sandwichería, por la evangelización, por los jóvenes – razón primera de mi entrega -, y todo lo que experimenté aquí durante este año. Alabo a Dios por mi casa comunitaria, la familia que Él me concedió, expresión fiel de Su misericordia de conmigo. También, agradezco a mi formadora que supo cuidarme, formarme y amarme como nadie.
Me voy rumbo con mucha gratitud en mi corazón a lo nuevo que Dios me tiene preparado…no hay otro lugar donde yo podría ser tan feliz: la Voluntad de Dios.
Los amo mucho,
¡Gracias!
Nathalia Barbosa Melo
Discípula
de la Comunidad de Vida
