“Que traiga paz y reconciliación”, es el pedido de los fieles de Corea ante la inminente llegada del Papa Francisco
El momento tan esperado por más de cinco millones de fieles coreanos está llegando a pocas horas de la presencia física del Obispo de Roma en esta parte del mundo. Gran efervescencia en las calles y respetuoso silencio y recogimiento en los templos: mientras los encargados y voluntarios están terminando de ornamentar la ciudad con las últimas pancartas y banderolas que en coreano e italiano le dan la bienvenida, y se percibe una creciente atmósfera de alegría ante la llegada de un ser querido, en los templos se elevan constantes oraciones por la visita de Francisco. “Que traiga paz y reconciliación” es la invocación unánime.
El miércoles por la mañana el cardenal arzobispo de Seúl inauguró el imponente centro de prensa que albergará desde hoy y hasta el 18 de agosto a cientos de cronistas de todo el mundo que siguen llegando a la capital coreana para seguir los pasos del Santo Padre en estas tierras. Gran expectativa ha despertado también en toda Asia el Papa sudamericano que desde su elección ha entrado ya en el corazón de la gente, no sólo de los fieles: por este motivo los hombres de prensa de este continente son los más numerosos.
En espera del Papa el equipo de Radio Vaticano ha tenido la oportunidad de recorrer los lugares más significativos de la visita, como la Catedral de Myeondong, con las delegaciones de jóvenes asiáticos que terminan de organizarse para su encuentro; el amplio boulevard Gwanghnamun con las inmensas estatuas de los padres de la Patria y que desemboca en el recinto amurallado de la Blue House, el complejo gubernamental; Daejeon donde con típica cortesía oriental el obispo Lázaro Yuen nos recibió en su casa; el Santuario de Solmoe, tierra santa irrigada con la sangre de los mártires, o el castillo Haemi en cuya verde explanada el Papa cerrará con los jóvenes asiáticos su VI jornada: todos estos lugares que en los próximos días estarán al centro de la atención mundial.
Éste es el tercer viaje internacional del Papa Francisco, y podríamos decir, su primer verdadero viaje apostólico: la reciente Jornada Mundial de la Juventud de Río era una “herencia” del pontificado de Benedicto XVI, y el viaje a Tierra Santa era una cita a la que ningún pontífice habría dejado de asistir al conmemorarse los 50 años del histórico abrazo entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Son tres los motivos principales que lo hacen emprender este largo viaje de más de 11 horas de vuelo: la Jornada de la Juventud asiática, la beatificación de 124 mártires coreanos y el deseo de contribuir con su testimonio al logro de una solución pacífica al conflicto entre las dos Coreas. Dar aliento a una Iglesia joven del testimonio heroico, y esperanza a una sociedad moderna. Entrando por este país, el Papa viene al encuentro del continente más poblado del planeta donde vive la mitad de la población mundial envuelta en tradiciones muy antiguas, ciudades gigantes, economías en constante crecimiento, pero también mucha pobreza y desigualdad. En fin: cumpliendo con la misión a la que ha sido llamado, el Papa del “fin del mundo” americano llega también a las periferias de Asia.
Fuente: Radio Vaticano