“Aquello que Jesús nos quiere enseñar es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. Nos es consentido pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. En cambio, nos es prohibido vengarnos o fomentar de cualquier modo la venganza, en cuanto es expresión del odio y de la violencia”, lo dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus del tercer domingo de febrero, VII Domingo del Tiempo Ordinario.
En sus palabras pronunciadas antes de la oración dominical, el Santo Padre reflexionó sobre una las páginas que mejor expresa la “revolución” cristiana, es decir, donde Jesús muestra la vía de la verdadera justicia mediante la ley del amor que supera aquella de la ley del talión, que predicaba: «ojo por ojo y diente por diente». “Esta antigua regla – precisó el Pontífice – imponía aplicar a los transgresores penas equivalentes a los daños causados: la muerte a quién había asesinado, la amputación a quién había herido a alguien, y cosas así”. Jesús no pide a sus discípulos de padecer el mal, al contrario, pide reaccionar, pero no con otro mal, sino con el bien. Sólo así, dijo el Papa, se rompe la cadena del mal, y cambian verdaderamente las cosas.
“Para Jesús – agregó el Santo Padre – el rechazo de la violencia puede comportar también la renuncia a un legítimo derecho. Pero esta renuncia no quiere decir que las exigencias de la justicia sean ignoradas o rebatidas; al contrario, el amor cristiano, que se manifiesta de modo especial en la misericordia, representa una realización superior de la justicia”. Lo que Jesús nos quiere enseñar, subrayó el Obispo de Roma, es la neta distinción que debemos hacer entre la justicia y la venganza. “Nos es consentido pedir justicia; es nuestro deber practicar la justicia. En cambio, nos es prohibido vengarnos o fomentar de cualquier modo la venganza, en cuanto es expresión del odio y de la violencia”.
La Virgen María nos ayude a seguir a Jesús en este camino exigente, que de verdad exalta la dignidad humana, invocó el Papa Francisco, y nos hace vivir como hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Que ella dijo el Papa, nos ayude a practicar la paciencia, el diálogo, el perdón, y a ser así artesanos de comunión y de fraternidad en nuestra vida cotidiana.
Fonte: Radio Vaticana