Hace algunos días, al salir del Centro San Lorenzo, encontré a uno de los hermanos desabrigados que duermen cerca. Él estaba arreglando sus mantas en aquel rincón donde pasaba la noche. Le pregunté cómo estaba y conversamos por un tiempo.
En aquel día, entre otras cosas, él me dijo: “¿Sabes de los cuentos de hadas, cuando la princesa besa al sapo y aparece un príncipe? Cuando ustedes jóvenes se detienen a hablarnos, es como en los cuentos de hadas. Una luz se enciende en nuestro interior, y recordamos que no somos esos sapos feos que parecemos ser, que hay algo de bello dentro de nosotros”.
Sus palabras me conmovieron profundamente. Una luz también se encendió dentro de mí y yo vi, algo bello”, Cristo presente en aquel hombre.
“La residencia de Dios está junto a la mía”. Los muebles son amor” (Emily Dickinson).