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Vocacional Shalom: Sentía como Dios hacía en “una revolución” en mi corazón!

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Soy José Luis, tengo 25 años, vivo en Tepic, Nayarit, México, y soy vocacionado a distancia de la Comunidad Católica Shalom. Desde niño siempre participé en la vida de la Iglesia a través del ministerio de música en las celebraciones eucarísticas. Llegada mi adolescencia, tuve la oportunidad de ser parte y servir a una comunidad de adolescentes y jóvenes en mi parroquia. Fue entonces, en el año 2009, que el Señor me llamó y pude escuchar su voz que me invitaba a “tomar mi cruz y seguirlo” (Mt 16,24). Así, a través del acompañamiento y la oración, decidí entregar mi vida en su servicio ingresando en el Seminario de la Diócesis de Tepic.

El Seminario ha sido una experiencia llena del amor de Dios, Amor que transforma toda mi vida. Es un gran reto formarse para ser pastor, para estar en medio de la comunidad como signo visible de Cristo y, sobre todo, para ser y mostrar el rostro misericordioso del Padre.
Pasaron los años en el Seminario y, sin duda, pude crecer en la gracia de Dios, consiente de mis debilidades y fortalezas para responder a su voz. En este esfuerzo por conocer siempre su voluntad, en el año 2013 el Señor comenzó a mover mi corazón hacia nuevos caminos.

Era la semana en que la JMJ 2013 se realizaba en Rio de Janeiro, Brasil, y al no poder asistir, tuve la oportunidad de seguir la transmisión a través de los medios de comunicación. Más que una Jornada, fue un encuentro con Dios, que en la distancia conquistó mi corazón, y todo esto a través de la música. Las canciones y cantos marcaron mi vida y mi vocación, por lo que decidí buscar quiénes eran aquellos jóvenes que alababan a Dios con su música. Ahí descubrí que uno de aquellos grupos era Missionário Shalom.
Busqué su música, investigué quiénes eran, de dónde eran…y pude darme cuenta que eran consagrados de la Comunidad Católica Shalom. A partir de ese momento y siguiendo aquello que el Espíritu Santo movía en mí, quise contactar a la Comunidad, pero siempre creí que era algo imposible, pues no hay misión en México e ir a Brasil es difícil ya que no cuento con los recursos económicos suficientes; la distancia entre países es enorme, en fin, algo imposible. Sin embargo, olvidé que para Dios no hay imposibles.

Continúe mi camino en el seminario y seguía muy de cerca la música de Missionário Shalom, me identificaba con cada una de las composiciones, sentía como Dios hacía en “una revolución” en mi corazón. Fue hasta comienzos del 2016 en que miré un contacto telefónico y decidí enviar un texto. Inmediatamente tuve respuesta de un hermano de la Comunidad al     cual le conté cómo los había conocido y mi deseo de conocerlos más.

Llegó el momento en que aquel hermano me comunicó con el Asesor Vocacional de la Comunidad y me invitó a vivir la experiencia del Vocacional a Distancia. Cada vez mi corazón latía más fuerte por el llamado de Jesús: entregar mi vida por la Iglesia, por los jóvenes, por todos los hombres, pero ¿qué sería esto, si yo llevaba 7 años en el Seminario y me formaba ya para ser sacerdote? ¿Quién es ese Dios? Siendo yo el más débil, nuevamente ponía su mirada sobre mí, sobre este vaso de arcilla. Pasaron meses y largas horas de oración para descubrir que Jesús me llamaba a “ser el menor” a ser Shalom!…

Ante el mar de preguntas e inseguridades, me abandoné su amor y tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida: abandonar el Seminario para ir detrás de aquella voz que sigue conquistando mi corazón, salir en busca de la santidad. Con la ayuda de mi acompañante a distancia de la Comunidad y mi director espiritual, recorrí el camino del vocacional a distancia y ahora, la Comunidad me envía a la Misión de Lima, Perú, para tener un encuentro vocacional más profundo y cercano como Joven en Misión, dejando que Dios haga en mi vida un giro de “180 grados”.

Siempre he confiado en que Dios dispone todo para realizar su voluntad en nuestras vidas, basta entregarle el corazón, y así como Dios me llamó en medio de aquel grupo de jóvenes y me ha mostrado su gran amor y misericordia, así quiero consagrar mi vida en la Comunidad por tantos jóvenes que tienen sed de ese amor que me conquistó. Sé que no es fácil, más yo deseo, yo quiero, yo voy…que Dios siempre guíe mi camino hacia Él.

Soy feliz, soy SHALOM!


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