“Imaginaba que encontraría personas diferentes a mí, por estar en una realidad diferente a la que vivo en mi día a día. Con una mirada diferente a mi propia forma de ver el mundo. Mas, todos los días, vivo experimento el encontrar personas bien parecidas a mí. En condiciones sociales diferentes a la mía, mas con un corazón como el mío. Igual al mío”. (Joyce Gonçalves)
Este es el testimonio dado por la misionera, consagrada de la Comunidad Católica Shalom, Joyce Gonçalves, que hace algunas semanas, vive la experiencia de atender a personas ‘sin techo’ con el proyecto de Promoción Humana ‘Shalom Amigo de los Pobres’.
Con otros voluntarios, esparcidos en diversos locales de la ciudad, ella ha trabajado en la concientización de los cuidados necesarios y posibles, en este tiempo de Pandemia, para con quien vive en situación de calle.
Joyce comparte que en el inicio del proyecto, como primera tarea de su nueva misión, recorrió el barrio para mapear y conocer la realidad vivida en aquel local, y así reunir información y orientaciones ciertas para el público que encontraría allí.
En el local de acogida, las ‘personas sin techo’ pueden tomar un baño, recibir alimentos y ropas limpias y orientaciones claras y consistentes de cómo protegerse del nuevo Coronavirus: como el distanciamiento social, el no-compartir los ítems personales, e incluso el retraimiento en la hora de dormir, incluso si es en el piso de la calle. Esas iniciativas pueden ayudarles a entender el peligro y a encontrar medidas, dentro de sus propias realidades, para vivirla con más dignidad.
”A pesar de que ese proyecto hace mucho por ellos, materialmente, el primer bien que reciben es el ser transformados en hombres y mujeres amigos. Como un proyecto de amistad con nosotros y con Dios. Un proyecto de transformación de vida. Muchos [voluntarios] distribuyen alimentos, mas nosotros queremos diferenciarnos. Queremos mirarles, respetarles, darles dignidad y amarles de una forma cristiana”, afirma Joyce.
Según la voluntaria, este es si un proyecto de emergencia para este tiempo específico de pandemia, mas no es simplemente una forma de auxilio social; es un encuentro que permite a las personas a ser tratadas como amigas, acogidas como amigas.
“Aquellos que poseen una morada fija, mas no tienen las condiciones para proveer su alimento, reciben una cesta básica para que no necesiten salir todos los días en busca de comida, al local de acogida montado por la comunidad. Otros, que desean ser atendidos por el programa de aislamiento ofrecido por el gobierno, también son orientados por Joyce, que con tranquilidad y dándoles total libertad para aceptar o rechazar, sabiendo de la difícil decisión que es el aislamiento, para así ayudarles a entender la importancia de todos esos cuidados”. (Joyce Gonçalves)
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La misionera concluyó su testimonio compartiendo las diversas alegrías que encuentra por ser parte del Proyecto.
“Comparto la alegría de dar mi vida. En señal de agradecimiento a Dios por estar aquí. Es un gran presente de Dios, tener una vida para donar. Y es solamente eso lo que tengo para ofrecer: Mi vida. Sabiendo de los riesgos y de las preocupaciones que envuelven todo eso, mas es una alegría porque me uno al ‘movimiento de oferta’ del propio Cristo. Otra alegría es percibir que no estoy simplemente dando, mas también recibiendo mucho. Alegría por hacer nuevas amistades, por tener mi oración como núbil consagrada, permeada por nuevos rostros y nombres. Alegría de percibir que tengo nuevos hermanos. Hermanos que no sólo alimento con pan, orientación, o con productos de higiene personal, mas con alimento de amistad, dentro de mi corazón y de mi oración. Alegría por ver a mis hermanos aceptar ir al refugio. De ver la esperanza que ellos encuentran la posibilidad de no estar en las calles, de escoger aceptar otra oportunidad, dada por Dios”. (Joyce Gonçalves)
Traducción: Manuel Quezada
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“Los pobres son preciosos a los ojos de Dios, porque no hablan el idioma del yo”.
(Papa Francisco)
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