Es cuanto he podido experimentar cuando – casi por caso – conocí la Comunidad Católica Shalom, gracias a una persona muy querida para mí. Mi vida de fe fue siempre bastante peculiar, muy “reclusa”, llevada casi de forma “privada”: de hecho, en toda mi familia, soy el único (católico) practicante, excepto por mis abuelos maternos; así como también si contamos amistades y conocidos pasados, con los que no he tenido modo de compartir mi fe. Justamente, por años, desarrollé una fe reservada, privada (en mi intimidad personal): por lo general iba sólo a misa; he rezado, casi siempre, sin nadie al lado, así como en otras tantas situaciones símiles. He allí el por qué aquel primer encuentro (con la Comunidad) me pareció “fuera de lo común”: encontré una familia con la que rezar, estando juntos, pero sobretodo un espacio en donde podía ser ‘yo mismo’.
Aún recuerdo cuanto insólita me fue aquel primera invitación, a recitar el rosario ‘en grupo’ junto a ellos (la Comunidad) una tarde… casi no me lo creí; pero lo que me sorprendió aún más fue cuando (esa misma tarde) fui presentado a todos los presentes; parecía que me conocían desde siempre. Me sentí a casa, en familia, donde quienes te rodean se quieren mutuamente; allí donde se comparte todo, donde no te sientes “equivocado” (fuera de lugar).
AI segundo día era ya un poco más habituado. Fue el tercer día, entonces, que entendí que no podría faltar a aquella “cita” de la tarde. A esto se agregaron las catequesis del sábado a media-tarde: cuando les frecuentaba (físicamente; ahora por el Covid-19 participo online) me sentía bien, puesto que también allí podía compartir mis pensamientos con toda libertad.
Quizás los cantos y algunas otras cosas son un tanto diversas de mi espiritualidad, casi toda latina, gregoriana, órgano de tubos y Concilio de Trento. Mas entendí que en la vida deberíamos también ir dejando aparte algunas de nuestras convicciones y posiciones, abriendo un espacio a lo bello que nos podría llegar (tramite otras formas de vivir la espiritualidad). A fin de cuentas, lo que nos une es inmensamente más importante que nuestras opiniones que van y vienen.
Me sentí acogido, aceptado, comprendido, escuchado, por lo que me sentí también amado por quien era yo. Agradezco mucho a Dios, de verdad, era mucho tiempo que no experimentaba esto, quizás demasiado. En pocos días, muchas personas de la Comunidad me han solicitado la “amistad en Facebook”… un gesto así de bello me sorprendió mucho, me hizo sentir siempre más parte de una familia que me estaba abrazando, en la que sentía cada vez más calor. Uno de los chicos de la Comunidad, incluso, me escribió personalmente a Pascua para saludarme, y tras ello hasta hablamos telefónicamente. No escondo que lloré de la emoción; me sentí ‘destinatario’ de tanto bien, tal vez no meritado, y por ello alabo a Dios.
Me alargué un poco, mas todo lo anterior podría sintetizarlo en un gran ‘GRACIAS’: a Dios y a la Comunidad Shalom. Que Dios os bendiga y os acompañe. ¡Siempre!
Patrizio Posca
Italia – San Vito al Tagliamento
(PN, Friuli-Venezia-Giulia)
Traducción: Manuel Quezada