Nuestra Señora es invocada en la Comunidad Shalom como la Esposa del Espíritu Santo, la Reina de la Paz y la Puerta del Cielo. Sin embargo, por encima de toda invocación, el sentimiento que sentimos por ella es el sentimiento de hijos de una Madre única e incomparable que el Señor deseó dejarnos como un regalo precioso, ella que es la Discípula Perfecta y la Primera Iglesia. Este mes vamos a saber por qué estos títulos de la Virgen María son parte de nuestra espiritualidad. En primer lugar, veamos a la Virgen María en relación con su título “Esposa del Espíritu Santo“.
Esposa del Espíritu Santo
Es cierto que muchas personas conectan el título de Esposa del Espíritu Santo con el momento de la Anunciación. Mientras que sin ignorar esta lectura, para nosotros el título siempre ha estado más conectado con el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés y en Juan 20. Ella está llena del Espíritu Santo porque ella es la Llena de Gracia, la Kecharitomene, no solo en la Anunciación sino a lo largo de toda su vida.
Es hermoso seguir el itinerario de María -como dice Raniero Cantalamessa, la dirección espiritual de Jesús hacia su Madre- y darse cuenta de cómo ella tuvo tal intimidad con el Espíritu Santo y fue tan favorecida y asistida por Él que cada reacción, comportamiento, postura y palabra fue absolutamente gobernada por Él.
Es esta la mujer que está llena del Espíritu Santo y al mismo tiempo es un instrumento del Espíritu en la vida de la Iglesia, ya sea como Madre, Intercesora o como la más fiel discípula de Jesucristo. Es el modelo que estamos llamados a seguir como almas, esposas del Espíritu Santo, siempre disponibles para Él y guiadas por Él, experimentando Sus frutos y carismas para implantar en el mundo el Shalom del Padre.
Traducción: Javier Kovacs