En una aparición marcada por la emoción, la Iglesia acogió este jueves 8 de mayo al nuevo Sucesor de Pedro. El entonces cardenal Robert Francis Prevost fue elegido papa por el cónclave iniciado el martes 7 de mayo y eligió el nombre de León XIV.
Con una expresión conmovida al contemplar a la multitud de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el nuevo pontífice dirigió sus primeras palabras al mundo. Elegido durante el Tiempo Pascual, el Papa León XIV destacó el saludo de Cristo Resucitado, que anuncia la paz.
«¡La paz esté con todos ustedes!
Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el Buen Pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También quiero que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!
Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Viene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente. Aún guardamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del Papa Francisco que bendecía Roma.
El Papa que bendecía Roma estaba dando su bendición al mundo entero, al mundo entero, esa mañana de Pascua. Permítanme continuar con esa misma bendición: ¡Dios nos ama, Dios ama a todos ustedes, y el mal no prevalecerá! Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y su amor. Ayúdennos también ustedes, y luego unos a otros, a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo, siempre en paz. ¡Gracias, Papa Francisco!
También quiero agradecer a todos mis hermanos cardenales que me eligieron para ser el Sucesor de Pedro y caminar con ustedes, como Iglesia unida, siempre buscando la paz, la justicia, siempre trabajando como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.
Soy hijo de Santo Agustín, un agustiniano, que dijo: «con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo». En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado.
¡A la Iglesia de Roma, un saludo especial! [Aplausos] Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construya puentes, que dialogue, siempre abierta para recibir como esta plaza con los brazos abiertos. A todos, a todos aquellos que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor.»