Antes del anuncio jubiloso “¡Habemus Papam!”, un humo blanco que sale de la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina revela al mundo entero que ya se ha elegido al nuevo Papa. Entre aplausos y gritos de felicidad, las imágenes se difunden por todo el mundo y generan más expectativa en el corazón de todos. Cuando sale el humo negro, las multitudes en la plaza se dispersan y se necesita esperar un poco más para ver por primera vez al Obispo de Roma.
¿Conoces el origen de los humos que salen de la Capilla Sixtina durante el Cónclave?
Muchos católicos conocen el ritual de los humos blanco y negro que acompañan la elección de un Papa. Cuando sale humo blanco del techo de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, significa que se ha elegido un nuevo Papa, pero si sale humo negro, significa que debemos esperar un poco más.
La última vez que se vio salir humo durante un cónclave fue en 2013, por lo que muchas personas no conocen este rito secular. Por ello, queremos revelarte qué sucede para que se pueda ver el “humo del cónclave”.
Junto a la chimenea, en el techo, se instalan dos hornos de hierro fundido en la Capilla Sixtina. En ellos se queman las papeletas donde los cardenales escriben el nombre de quien eligieron, así como cualquier papel que tenga alguna anotación de la elección. Los hornos poseen dos aberturas. Por una, en la parte inferior, se enciende el fuego; en la otra, en la parte superior, se deposita aquello que será quemado.
El color del humo es resultado de un proceso químico; las papeletas se mezclan con algún compuesto. El humo blanco es el resultado de la combustión de elementos como el zinc metálico y el azufre elemental. Debido a esta mezcla, se genera un gas blanco espeso que da origen al humo que anuncia al nuevo Papa. Por otro lado, el humo negro se origina de la quema de materiales como carbono y madera, que liberan compuestos de color gris o negro, dando origen al “humo negro”, que nos pide esperar un poco más para conocer al nuevo obispo de Roma.
Este sistema de hornos de hierro se utilizó por primera vez en el cónclave que eligió a Pío XII en 1939. A partir de ahí, se utilizó otras siete veces: en 1958, cuando fue elegido Juan XXIII; en 1963, cuando el cónclave eligió al Papa Pablo VI; nuevamente en 1978, en dos ocasiones: en la elección de Juan Pablo I y de Juan Pablo II. Después de muchos años, en 2005, volvió a ser utilizado en el cónclave que nos dio al Papa Benedicto XVI y, tras su renuncia en 2013, el humo que salió de ellos anunció al Papa Francisco. Cada una de estas fechas está grabada en números romanos en las calderas.
A partir del 7 de mayo de 2025, en este año jubilar, acompañamos a los cardenales que ingresarán en la Capilla que guarda los frescos de Miguel Ángel. Con mucha esperanza, aguardaremos que la chimenea emane el humo blanco y escucharemos, viendo esa imagen tan esperada, el repicar de las campanas de San Pedro. Pero, mientras esa hora no llega, esperamos ansiosos y en oración al Sucesor de Pedro, que nos dará su bendición y nos confirmará en la fe.
No sabemos cuándo gritaremos: “¡Humo blanco! ¡Humo blanco! ¡Habemus Papam!”, pero es seguro que, con el corazón unido por todas las oraciones que hacemos, ¡ya lo amamos!