Iglesia

Los jóvenes de Corea del Sur reciben los símbolos de la JMJ que peregrinarán hasta Seúl

En la Solemnidad de Cristo Rey, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud y el icono de María Salus Populi Romani han sido entregados a los jóvenes coreanos poniendo rumbo a Seúl, sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en 2027.

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La entrega de los símbolos de la JMJ ha tenido lugar en la Misa celebrada esta mañana, 24 de noviembre, en la Basílica de San Pedro, en conmemoración de la Solemnidad de Cristo Rey.

El Papa Francisco ha presidido la celebración que también ha contado con la presencia del Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, así como con Mons. Peter Chung, Arzobispo de Seúl, Mons. Rui Valério, Patriarca de Lisboa, y con Mons. Américo Alves Aguiar, actual obispo de Setúbal y responsable del Comité Organizador Local de la JMJ cuando era obispo auxiliar en Lisboa, última sede de la Jornada, el gran encuentro a nivel internacional de los jóvenes de todo el mundo con el Santo Padre.

“Testigos de la Verdad, sin maquillaje ni miedo a los juicios”

Durante su homilía el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes presentes en la celebración en representación de la juventud católica haciéndoles una invitación a reflexionar “para actuar con coraje ante un mundo herido y en conflicto” a partir de la liturgia de la Solemnidad de Cristo Rey, el Evangelio de San Juan que narra el interrogatorio de Poncio Pilatos a Jesucristo.

El Santo Padre ha destacado la acusación, el consenso y la verdad como luces para que los jóvenes sean verdaderos testimonios de Cristo: “Jóvenes, quizás también seáis acusados por seguir a Jesús, por ser fieles al Evangelio y a sus valores. No tengáis miedo de las condenas, de los juicios. Estad atentos a no dejamos embriagar por las ilusiones, estad atentos. La sinceridad de vuestras intenciones vale más que el consenso, estad atentos a la instrumentalización, a ser condicionados, sed libres”.

Dirigiéndose a los jóvenes de Corea el Papa ha resaltado: “Recibiréis la Cruz símbolo de victoria pero no solo la cruz, sino con la Madre, que está juntos a nuestra cruz también para ayudarnos. Pensad en María, es nuestra Madre. Tened los ojos fijos en Cristo, encontraremos la fuerza para seguir adelante sin miedos, sin maquillaje. Estad contentos de ser testigos de la verdad”.

Al finalizar la celebración la delegación juvenil llegada desde Portugal ha hecho entrega de los símbolos de la JMJ a los jóvenes de Corea del Sur.

“Los iconos fueron dados por San Juan Pablo II para llevarlos por todo el mundo. Tened coraje de testimoniar la esperanza de la que hemos hablado. Que con estos símbolos crezca. Por todos los jóvenes que viven la guerra, que los símbolos sean sustento y consolación”, concluyó el Santo Padre.

La cruz peregrina

La cruz de la JMJ, regalo de San Juan Pablo II a los jóvenes de todo el mundo, mide 3,8 metros de altura, la cruz peregrina, construida para el Año Santo en 1983, fue confiada por Juan Pablo II a los jóvenes el Domingo de Ramos del año siguiente, para que la llevaran por todo el mundo. Desde entonces, la cruz peregrina, realizada en madera, inició una peregrinación que ya la ha llevado a los cinco continentes y a casi 90 países. Se ha convertido en un verdadero signo de fe.

Esta cruz peregrina es una réplica de la original, reliquia que se encuentra en el Centro Internacional San Lorenzo, donde la Comunidad Católica Shalom está presente en la ciudad de Roma.

María Salus Populi Romani

Desde el año 2003, la cruz peregrina cuenta con la compañía del icono de Nuestra Señora Salus Populi Romani, que representa a la Virgen María con el Niño en los brazos. Este icono también fue introducido por el Papa Juan Pablo II como símbolo de la presencia de María entre los jóvenes. Con 1,20 metros de alto y 80 centímetros de ancho, el icono de Nuestra Señora Salus Populi Romani está asociado a una de las devociones marianas más populares de Italia.

El icono original se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, donde el Papa Francisco acude a rezar y a depositar un ramo de flores antes y después de cada viaje apostólico.

Foto: Martino Carosi


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